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Les falta mantenimiento y ser visitadas. Los Hernández Cruz y Anaya Ramírez, de los pocos que desde hace cinco años visitan en el cementerio a su hija y nieta
Cada mañana en el Saucito, entre el humo del tráfico y locales con agónico olor a flores de cementerio recién cortadas, cruzando la calle se encuentran las marmolerías y en ellas el oficio de talladores de lápidas