A lo largo de su historia, la ciudad de Jojutla, al sur de Morelos, contempló tragedias por sismos desde lejos, inmune a los diversos movimientos telúricos que dejaban prácticamente intactos sus territorios. Todo eso acabó.
Jojutla amaneció ayer llorando por la muerte de 16 de sus habitantes que perdieron la vida con el sismo de 7.1 grados que sacudió a cuatro estados el pasado martes poco después de la 1 de la tarde.
Se trata de la peor tragedia en la historia del municipio.
Sus calles del centro fueron completamente devastadas por el movimiento telúrico. Casas derribadas, coches aplastados, bancos, centros comerciales. Todo derrumbado o a punto de caer.
Y su gente, entre lágrimas en los ojos, narraba el horror que vivió el día anterior mientras recordaba momentos de la tragedia. Un rescatista narró cómo un hombre perdió la vida a centímetros de salir de su vivienda aplastado por el peso de su casa. Segundos fueron la diferencia entre la vida y la muerte.
"Es algo que platicamos entre nosotros (los rescatistas), cuando sacamos a ese hombre pensamos lo frágil que es la vida...estuvo tan cerca de seguir entre nosotros", dijo el rescastista, que prefirió el anonimato porque no está autorizado para dar declaraciones a la prensa.
En esa zona, cercana a uno de los dos puentes que comunican a la ciudad, el Instituto Morelos se colapsó. La escuela que tiene desde kinder hasta preparatoria lamentó las pérdidas materiales, pero celebró que todos los alumnos salieron sin un rasguño.
"Estuvo fuerte, la escuela se cayó, protección civil nos dijo que la escuela está cuarteada y que no se podrá volver a usar porque se puede caer, pero todo el personal respondió y todos salimos sanos sin un solo accidentado", dijo Adelina Anzures, la directora general de ese colegio privado.
Los lamentos más grandes fueron en la popular colonia Emiliano Zapata, localizada en la parte posterior del mercado del pueblo. Ahí, el temblor se encargó de afectar decenas de casas. La gente, que lo perdió todo, se negó a acudir a los dos albergues y prefirieron hacer guardia y pasar la noche cerca de lo que se les esfumó.
"¿Irnos a un albergue?, ¿para qué?, aquí al menos podemos estar cerca de nuestros vecinos, la gente que nos conoce, y aunque parezca que se perdió todo, aún hay algunas cosas de valor que quizá se puedan rescatar", dijo María Vargas, una vecina de la zona. "Yo doy gracias porque salimos vivos todos en mi casa, pero sí se siente el dolor por aquí porque muchos vecinos perdieron gente".
Casi frente a la casa de la señora Vargas, una madre falleció junto a su hija porque no pudieron abandonar a tiempo la vivienda. Un par de cuadras más adelante, otra persona murió aplastada en su tienda de conveniencia. Cinco de los 16 muertos eran de esa zona.
Conforme fueron pasando las horas, la ayuda comenzó a llegar. Primero el ejército y voluntarios comenzaron a retirar escombros para abrir las calles y permitir el acceso. Después, decenas de voluntarios arribaron a la ciudad a repartir despensas.
El presidente de México, Enrique Peña Nieto, y el gobernador Graco Ramírez, visitaron la zona para ofrecer su apoyo a los damnificados. Ambos dijeron que no estarán solos.
Jojutla, que sacudió hasta sus entrañas, ya trabaja para levantarse de la peor tragedia en su historia.