Entre la tragedia que se vive en el Colegio Enrique Rébsamen deCoapa, los puños de los rescatistas se levantan para pedirsilencio e ingresan entre los escombros a uno de los perros parallegar con una de las niñas que sigue atrapada tras más de 24horas del temblor de 7.1 grados que azotó este 19 deseptiembre.
El techo desplomado de la parte oeste de la escuela tiene untúnel abierto en donde personal del Ejército y Marina mantienenlos puños en alto en señal de silencio absoluto.
Uno a uno militares y civiles sujetan polines de madera querodean el techo colapsado.
Pero luego de arduas labores Frida Sofía logró comunicarse conlos rescatistas. Afirmó que sabe que cerca de ella hay dospersonas más aunque no sabe si aún con vida.
Una de las profesoras del colegio ayudó a los brigadistas aidentificar la zona en la que la joven de entre 12 y 13 años estásepultada. Realizó un mapa para indicarles que puede estar cercade una mesa resistente y describió cómo pueden llegar hastaella.
Bebió agua por la mañana
Uno de los rescatistas ingresa y vuelve a pedir silencio, peroesta vez un helicóptero y un dron sobrevuelan, afectando elrescate. Se pudo llegar hasta la pequeña y darle un poco deagua.
Los rescatistas comienzan a acelerar los trabajos porque escuestión de vida y muerte. Aurelio Nuño, secretario deEducación, dijo que podría haber dos personas más con vida.
“Ayúdenos aregresar con vida a nuestros hijos” Son más de 20 horas derescate continuo. La escuela Enrique Rébsamen está copada derescatistas del Ejército Mexicano, Marina Armada de México,Gendarmería, Cruz Roja Mexicana y cientos de civiles que han hechofila para relevar los esfuerzos de los que ya llevan horas encimade los escombros.
El patio principal de la escuela se mueve en un trajínorganizado. Hay cadenas humanas que sacan escombros, que repartencascos, comida baterías, cubre bocas y cortan polines de maderaque sostienen la endeble estructura del techo del estacionamiento.Tres pisos se han venido abajo.
Los esfuerzos de rescate no se han detenido ni un solo momento,y mientras el chirrido de los esmeriles cortan vigas de acero,personal de la Comisión Nacional de Seguridad; psicólogos yespecialistas, brindan "contención emocional" a los padres defamilia cuyos hijos han fallecido en medio de los escombros.
NO HACESADO EL RESCATE
La madrugada no impidió las labores de rescate. Son 5:17 de lamañana. Han pasado 24 horas del sismo de 7.1 grados que volvió asumir a la Ciudad de México en la pesadilla de hace 32 años ypersonal del Ejército mexicano, Marina, gendarmes federales,Protección Civil, Bomberos UNAM, Cruz Roja, vecinos y personas quevinieron de distintas partes de la capital suman manos que quitanescombros, que cortan vigas de acero y que se trepan a ladesplomada estructura del Colegio Rébsamen.
El polvo se levanta fino, a cada corte de los polines quesoportan el techo desplomado de la escuela. Los rescatistasaseguran las partes que aún quedan sólidas para evitar que lostres pisos hundidos en una especie de acordeón terminen dedesplomarse. Hay premura. Debajo aún quedan cuerpos atrapados.
La urgencia por encontrar resquicios de acceso se refleja encada movimiento.
Bomberos UNAM y civiles lograron un túnel en el extremo nortede la escuela y piden a un “flaco” para comenzar a avanzar apasos milimétricos. Rubén Moreno se apresta. Es magro, de lentesy pequeño, pero con un valor que le hace meter medio cuerpo entrelos escombros apenas sostenidos por trabes de madera.
Los vulcanos lo miran con respeto. Solo ven sus pantalones demezclilla azul y sus tenis cubiertos de polvo, el resto del cuerpoestá metido en un agujero imposible. Poco a poco Rubén comienza asacar restos de concreto, madera y lo que va encontrando a su paso.Mario Bautista va detrás suyo. Tiene 30 años y también sabe quehay una niña de edad incierta que está con vida, atrapada en unacamioneta blanca en medio del derrumbe.
Rubén y Mario buscan vida, un mínimo sonido o golpeteo, es loúnico que distingue son los restos aplastados de un auto azul. Elespacio es mínimo, tienen que estar pecho tierra sin levantar lacabeza.
Rubén y Mario forman un túnel que desemboca a pocos metros dedonde entraron. No escuchó nada, todo es silencio y polvo dentrode los escombros. Afinan el oído, pero no hay nada. Buscancuerpos, lo que sea les dé indicios de cualquier hallazgo, pero nohay nada que les dé respuesta.
Ambos civiles salen del túnel cubierto de polvo: “¡Chinga!¡Cómo no encontramos a nadie!”. Se queja Rubén que viene desdela colonia Roma para ayudar en lo que pudo. Llegó a las 11 de lanoche a la escuela destrozada, con un tanque de oxígeno y materialde curación, y fueron su pase de entrada al túnel que él y Marioexcavaron con sus propias manos.
AURELIO NUÑO ESTÁ EN LA ESCUELA
El secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño Meyer,arribó a la escuela Enrique Rebsamen y fue informado de las cifrasoficiales de las labores de rescate en la zona por el oficial mayorde la Marina Armada de México, Almirante José Luis VergaraIbarra, quien confirmó la cifra de 25 fallecidos: 21 de ellosniños y cuatro adultos.
El almirantetambién informó que hasta el momento han sido rescatados con vida11 menores y que existe la esperanza de salvar a una niña más quese presume permanece con vida, por lo que las labores de rescate sehan centrado en ella.
Aurelio Nuño está en uno de los techos situados a un costadode la entrada principal del colegio junto al mando compuesto porEjército y Marina representados por el almirante José LuisVergara Ibarra, así como por el general Saúl Luna, jefe delEstado Mayor de la 18 Zona Militar en Pachuca, Hidalgo.