La derecha francesa es un muerto que camina

Redacción

  · martes 6 de febrero de 2018

PARÍS, Francia – Casi nueve meses después de lallegada de Emmanuel Macron al poder, la derecha francesa estáatomizada, con sus principales líderes enfrentados a muerte ysin ideas ni programa para evitar un éxodo masivo demilitantes y electores.



El partido, que en su actual versión se denomina LosRepublicanos (LR), sufrió en los últimos meses una seriede crisis y catástrofes en las urnas que ponen en peligro susupervivencia.



El panorama desolador que presenta esa franja conservadora delelectorado es el resultado del efecto que tuvo la irrupción deMacron en la política francesa.



Su descenso a los infiernos comenzó en abril último,cuando ocupó el tercer lugar en la primera vuelta de laelección presidencial, una situación humillante para unmovimiento que fue uno de los dos polos dominantes de lapolítica francesa en los últimos 60 años.



Luego, en las elecciones legislativas de junio perdió 13%de su caudal electoral y su representación parlamentaria seredujo de 226 a 136 diputados.



En ese momento, varios dirigentes importantes de LR emigraronhacia La República en Marcha (LREM), el partido creado porMacron en 2016 para impulsar sus ambiciones presidenciales. Dos delos tránsfugas principales fueron Edouard Philippe—designado primer ministro— y Bruno Le Maire, queasumió la estratégica cartera de Economía.



La serie negra continuó cuando el ex primer ministro AlainJuppé —una de las grandes figuras nacionales, quehabía sido uno de los precandidatos presidenciales de laderecha en 2017— se alejó oficialmente del partido.Juppe justificó su decisión por la línea ultraderechista que adoptó LR desde que Laurent Wauquiezasumió la dirección partidaria.



Esa ruptura marcó el comienzo de un éxodo másamplio, que incluyó a figuras como los ex ministros XavierBertrand y Dominique Bussereau, así como decenas de cuadrosintermedios y miles de militantes, aunque no todos se incorporaronal partido de Macron. La gran esperanza del partido, FrançoisBaroin, que dirigió la campaña de las legislativas,decidió por su parte, abandonar la vida política.


En los últimos meses, además, se multiplicaron lascreaciones de micro-partidos que convirtieron el panorama de laderecha en “una geografía tan compleja como el mapa delos Balcanes en los años 1990”, según lagráfica definición de la analista Sophie Coignard.



Wauquiez cuenta con el apoyo del padrino de la derecha, el expresidente Nicolas, pero tropieza con la desconfianza de gran partede los militantes. Para tratar de revigorizar el partido, ese jovendirigente de 42 años decidió adoptar una línea deenfrentamiento abierto con Macron, a quien acusa de desarrollar unapolítica económica de “encarnizamiento contra laclase media”.



Los esfuerzos de Wauquiez están ahora orientados adinamizar el partido y darle un cuerpo doctrinario para enfrentarlas elecciones al Parlamento Europeo previstas para 2019.



Esa consulta será una prueba de fuego crucial paracomprender tres parámetros que están determinando larecomposición del mosaico político francés: lapopularidad de Macron tras dos años de gobierno; el nivel deresiliencia de Marine Le Pen, la líder del Frente Nacional(FN) de extrema derecha que sufrió una humillante derrota enla elección presidencial de 2017; y —desdeluego— la capacidad de Wauquiez para resucitar un partido alque todos consideran moribundo.