/ sábado 10 de septiembre de 2022

Carlos III, ante el desafío de preservar el imperio británico

El rey tendrá que mantener la unión de la mancomunidad de naciones, en el Reino unido deberá lidiar con los republicanos que se oponen a la monarquía

LONDRES. Cuando Isabel II llegó al trono, en 1952, era la máxima autoridad de 32 naciones. Su hijo, el nuevo rey Carlos, hereda solo la jefatura de Estado en 15 países, incluidos Australia y Canadá, y afronta el reto de preservar las cenizas del Imperio británico y la influencia global del Reino Unido.

La popularidad de la monarquía se mantiene sólida en suelo británico, pero los movimientos republicanos han ganado impulso en las últimas décadas en numerosos países y territorios de ultramar donde ha ido perdiendo peso el rol de la institución.

Puede interesarte: Rey Carlos III promete servir toda su vida a los británicos, como lo hizo Isabel II

La relación con las excolonias caribeñas es cada vez más tensa y el pasado esclavista del Reino Unido ha empañado las relaciones con algunas de ellas.

En Canadá, donde existe cierto sentimiento republicano, aunque sin organización política, y en Australia, que en 1999 celebró un referéndum que ganó la monarquía con el 55 por ciento de los votos, el cambio de rey puede reabrir el debate.

El actual primer ministro australiano, el laborista Anthony Albanese, asumió el poder en mayo con un mensaje claro: “La república será una realidad”, aseguró.

Más allá de las jefaturas de Estado, el papel de la monarquía sigue siendo vital para que el Reino Unido mantenga su hegemonía en la Commonwealth.

El grupo de 54 naciones, con orígenes en el Imperio, aceptó en 2018, por petición de Isabel II, que Carlos asuma el liderazgo al ascender al trono. El cargo, sin embargo, no es hereditario, y las voces que reclaman mandatos rotatorios han crecido en los últimos años.

PASADO COLONIAL DEL CARIBE

Todavía como príncipe, Carlos asistió en noviembre de 2021 a la ceremonia en la que Barbados pasó a ser una república y, aunque transmitió en aquella ocasión sus más cálidos deseos de paz y prosperidad al nuevo Gobierno independiente, el Palacio de Buckingham comenzó a diseñar una estrategia para tratar de evitar que se extienda el ejemplo.

Guillermo y Catalina visitaron la región pocos meses después, en un viaje organizado para que dos de los miembros más carismáticos de la familia real sedujeran a los caribeños. La gira, sin embargo, fue calificada de “desastre” de relaciones públicas en la prensa británica.

En Jamaica los duques fueron recibidos con protestas, y miembros del Gobierno aprovecharon para pedir compensaciones por los años de la esclavitud, mientras que Belice comenzó a preparar terreno para ser la siguiente excolonia.

DEBATE EN AUSTRALIA

La popularidad de Isabel II alcanzó su máxima cota en Australia en la década de 1950, con su primera visita al país. Su perfil continúa apareciendo en monedas y billetes, y su nombre designa a multitud de hospitales y edificios públicos.

Carlos no cuenta con el aprecio personal que despertaba su madre entre los australianos y asume además la jefatura de Estado de un país multicultural, en pleno proceso de revisión de su pasado y su trato a los aborígenes. Hace dos décadas, los republicanos perdieron el plebiscito para cambiar la forma de Gobierno, en parte por las disputas sobre el modelo constitucional que debía adoptar el país.

En Nueva Zelanda, donde los que rechazaron en un referéndum en 2016 cambiar su bandera nacional para eliminar la bandera del Reino Unido, las encuestas muestran un público dividido, con los más jóvenes inclinándose por una república.

La primera ministra dijo en marzo de 2018 que esperaba que Nueva Zelanda se convirtiera en una república en el transcurso de su vida, pero que no era un asunto al que el Gobierno diera prioridad.

En Canadá existe desde hace décadas cierto movimiento republicano, especialmente en Quebec, y “la sucesión de Carlos reabrirá el debate sobre la monarquía”, señaló Ian Brodie, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Calgary.

Con todo, un cambio de modelo de Estado “requeriría cambios constitucionales” que, en Canadá, “son particularmente difíciles”, subraya, al requerir el acuerdo de la Cámara de los Comunes, el Senado y los poderes legislativos.

El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, reaccionó anoche muy emocionado al fallecimiento de Isabel II, a quien calificó de una de sus “personas favoritas del mundo”.

REPUBLICANOS EN GB

Aunque muy minoritario, el movimiento republicano del Reino Unido está alerta para hacer presión al término del reinado de Isabel II.

Con el slogan “No otros 70. Es la hora de la república”, la organización Republic, representante de este colectivo, montó en las celebraciones del Jubileo de Platino una campaña con la meta de desmitificar la monarquía e impulsar el debate sobre un modelo constitucional alternativo.

Ahora, con la muerte de la Reina y la llegada al trono de su hijo Carlos, mucho menos popular, los republicanos creen que el fin de esta institución milenaria podría estar más cerca.

“La reina es la monarquía para la mayoría de la gente. Después de que ella muera, el futuro de la institución está en grave peligro”, dijo Graham Smith, director ejecutivo del grupo Republic.

“Puede que Carlos herede el trono, pero no heredará la deferencia y el respeto que se le otorga a la reina”, agregó.

Smith y los antimonárquicos de ideas afines sostienen que la familia real no tiene cabida en una democracia moderna y que mantenerla es asombrosamente caro.

Los funcionarios de la realeza afirman que la institución cuesta a cada británico menos de una libra (1.15 dólares) al año, pero Republic afirma que su verdadero costo para la nación es de unos 350 millones de libras al año.

La riqueza global de la familia también es difícil de calibrar debido a la naturaleza opaca de sus finanzas y lo que posee directamente. Un análisis en 2015 sugirió que tenía activos por valor de casi 23 mil millones de libras en ese momento.

Las encuestas han demostrado sistemáticamente que la gran mayoría de los británicos respaldan la monarquía, y el apoyo a la propia reina se presentan en niveles similares o superiores.

Los republicanos aceptan que no tienen ninguna posibilidad de cambiar el sistema mientras ella estuviera viva.

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Las encuestas también han mostrado que el apoyo está disminuyendo, especialmente entre los británicos más jóvenes, y que Carlos es menos popular.

Fundada en 1983, aunque más activa desde hace unos 15 años, Republic tiene unos 120 mil miembros y, de acuerdo con su dirigente, el grupo representa a unos 10 o 12 millones de personas que estarían dispuestas a prescindir de la realeza.

LONDRES. Cuando Isabel II llegó al trono, en 1952, era la máxima autoridad de 32 naciones. Su hijo, el nuevo rey Carlos, hereda solo la jefatura de Estado en 15 países, incluidos Australia y Canadá, y afronta el reto de preservar las cenizas del Imperio británico y la influencia global del Reino Unido.

La popularidad de la monarquía se mantiene sólida en suelo británico, pero los movimientos republicanos han ganado impulso en las últimas décadas en numerosos países y territorios de ultramar donde ha ido perdiendo peso el rol de la institución.

Puede interesarte: Rey Carlos III promete servir toda su vida a los británicos, como lo hizo Isabel II

La relación con las excolonias caribeñas es cada vez más tensa y el pasado esclavista del Reino Unido ha empañado las relaciones con algunas de ellas.

En Canadá, donde existe cierto sentimiento republicano, aunque sin organización política, y en Australia, que en 1999 celebró un referéndum que ganó la monarquía con el 55 por ciento de los votos, el cambio de rey puede reabrir el debate.

El actual primer ministro australiano, el laborista Anthony Albanese, asumió el poder en mayo con un mensaje claro: “La república será una realidad”, aseguró.

Más allá de las jefaturas de Estado, el papel de la monarquía sigue siendo vital para que el Reino Unido mantenga su hegemonía en la Commonwealth.

El grupo de 54 naciones, con orígenes en el Imperio, aceptó en 2018, por petición de Isabel II, que Carlos asuma el liderazgo al ascender al trono. El cargo, sin embargo, no es hereditario, y las voces que reclaman mandatos rotatorios han crecido en los últimos años.

PASADO COLONIAL DEL CARIBE

Todavía como príncipe, Carlos asistió en noviembre de 2021 a la ceremonia en la que Barbados pasó a ser una república y, aunque transmitió en aquella ocasión sus más cálidos deseos de paz y prosperidad al nuevo Gobierno independiente, el Palacio de Buckingham comenzó a diseñar una estrategia para tratar de evitar que se extienda el ejemplo.

Guillermo y Catalina visitaron la región pocos meses después, en un viaje organizado para que dos de los miembros más carismáticos de la familia real sedujeran a los caribeños. La gira, sin embargo, fue calificada de “desastre” de relaciones públicas en la prensa británica.

En Jamaica los duques fueron recibidos con protestas, y miembros del Gobierno aprovecharon para pedir compensaciones por los años de la esclavitud, mientras que Belice comenzó a preparar terreno para ser la siguiente excolonia.

DEBATE EN AUSTRALIA

La popularidad de Isabel II alcanzó su máxima cota en Australia en la década de 1950, con su primera visita al país. Su perfil continúa apareciendo en monedas y billetes, y su nombre designa a multitud de hospitales y edificios públicos.

Carlos no cuenta con el aprecio personal que despertaba su madre entre los australianos y asume además la jefatura de Estado de un país multicultural, en pleno proceso de revisión de su pasado y su trato a los aborígenes. Hace dos décadas, los republicanos perdieron el plebiscito para cambiar la forma de Gobierno, en parte por las disputas sobre el modelo constitucional que debía adoptar el país.

En Nueva Zelanda, donde los que rechazaron en un referéndum en 2016 cambiar su bandera nacional para eliminar la bandera del Reino Unido, las encuestas muestran un público dividido, con los más jóvenes inclinándose por una república.

La primera ministra dijo en marzo de 2018 que esperaba que Nueva Zelanda se convirtiera en una república en el transcurso de su vida, pero que no era un asunto al que el Gobierno diera prioridad.

En Canadá existe desde hace décadas cierto movimiento republicano, especialmente en Quebec, y “la sucesión de Carlos reabrirá el debate sobre la monarquía”, señaló Ian Brodie, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Calgary.

Con todo, un cambio de modelo de Estado “requeriría cambios constitucionales” que, en Canadá, “son particularmente difíciles”, subraya, al requerir el acuerdo de la Cámara de los Comunes, el Senado y los poderes legislativos.

El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, reaccionó anoche muy emocionado al fallecimiento de Isabel II, a quien calificó de una de sus “personas favoritas del mundo”.

REPUBLICANOS EN GB

Aunque muy minoritario, el movimiento republicano del Reino Unido está alerta para hacer presión al término del reinado de Isabel II.

Con el slogan “No otros 70. Es la hora de la república”, la organización Republic, representante de este colectivo, montó en las celebraciones del Jubileo de Platino una campaña con la meta de desmitificar la monarquía e impulsar el debate sobre un modelo constitucional alternativo.

Ahora, con la muerte de la Reina y la llegada al trono de su hijo Carlos, mucho menos popular, los republicanos creen que el fin de esta institución milenaria podría estar más cerca.

“La reina es la monarquía para la mayoría de la gente. Después de que ella muera, el futuro de la institución está en grave peligro”, dijo Graham Smith, director ejecutivo del grupo Republic.

“Puede que Carlos herede el trono, pero no heredará la deferencia y el respeto que se le otorga a la reina”, agregó.

Smith y los antimonárquicos de ideas afines sostienen que la familia real no tiene cabida en una democracia moderna y que mantenerla es asombrosamente caro.

Los funcionarios de la realeza afirman que la institución cuesta a cada británico menos de una libra (1.15 dólares) al año, pero Republic afirma que su verdadero costo para la nación es de unos 350 millones de libras al año.

La riqueza global de la familia también es difícil de calibrar debido a la naturaleza opaca de sus finanzas y lo que posee directamente. Un análisis en 2015 sugirió que tenía activos por valor de casi 23 mil millones de libras en ese momento.

Las encuestas han demostrado sistemáticamente que la gran mayoría de los británicos respaldan la monarquía, y el apoyo a la propia reina se presentan en niveles similares o superiores.

Los republicanos aceptan que no tienen ninguna posibilidad de cambiar el sistema mientras ella estuviera viva.

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Las encuestas también han mostrado que el apoyo está disminuyendo, especialmente entre los británicos más jóvenes, y que Carlos es menos popular.

Fundada en 1983, aunque más activa desde hace unos 15 años, Republic tiene unos 120 mil miembros y, de acuerdo con su dirigente, el grupo representa a unos 10 o 12 millones de personas que estarían dispuestas a prescindir de la realeza.

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