José Manuel nunca imaginó, cuando tuvo que abandonar Honduras, que se convertiría en uno de los cientos de héroes que con su trabajo ayudaría a combatir la pandemia en México. Él labora en la línea de producción de los centros de lavado que la empresa Mabe construyó para brindar servicio a clínicas y albergues en lugares remotos del país que atienden a enfermos de Covid-19.
Llegó a México con su esposa y sus dos hijos en 2016, por los riesgos serios de seguridad que enfrentaba su familia. Vivió 13 años en Estados Unidos, y cada tres o cuatro años regresaba a Honduras, pero cuando volvió en 2015 para reestablecerse definitivamente en su país, comenzaron las extorsiones. “Estuve extorsionado casi un año, ya no lo soporté. Fue cuando tomé la decisión de dejar Honduras, por temor a que le hicieran algo a mi familia”, recuerda.
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En Palenque, Chiapas, estuvo detenido más de un mes en la estación migratoria. A su salida, él y su familia fueron trasladados a un albergue, donde sólo permanecieron algunas horas porque recibieron asistencia humanitaria en efectivo de parte del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), lo que les permitió rentar una vivienda. Casi un año después fueron reconocidos como refugiados por la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar), y reubicados en la ciudad de Saltillo.
José Manuel forma parte de un grupo de más de 200 centroamericanos contratados por la empresa trasnacional mexicana Mabe como parte de un programa de integración laboral de personas refugiadas. Desde abril pasado fue asignado, junto a otros de sus compatriotas, para modificar los centros de lavado con el fin de que estos sean donados a clínicas o albergues que atienden pacientes con coronavirus, y así aligerar la carga del lavado de ropa.
“Estoy muy orgulloso de mí, soy una de las personas que construimos el centro de lavado y los aerobox, una adaptación de los cajones plásticos de los refrigeradores, utilizados para proteger a personal médico que trata a pacientes con coronavirus en el país”, comenta José Manuel.
Para nosotros es un orgullo saber que en esa línea hay personas refugiadasPablo Moreno / Directivo de Mabe
“Para nosotros es un orgullo saber que en esa primera línea de batalla contra el coronavirus también hay personas refugiadas que están aportando en esta batalla y ayudando al país”, aseguró en entrevista con El Sol de México Pablo Moreno, director de Asuntos Corporativos de Mabe.
El directivo de la empresa subrayó que son personal sumamente comprometido con la organización, tienen mucha hambre de salir adelante y de aprovechar la oportunidad que se les está dando.
“Están brindando su conocimiento y aportaciones en la primera línea de combate del coronavirus y para nosotros es un orgullo saber que en esa línea hay personas refugiadas”, agregó.
De acuerdo con datos de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar), de enero a septiembre pasado, un total de 27 mil 666 personas solicitaron refugio en México, de las cuales nueve mil 296 son procedentes de Honduras, la nación centroamericana que desde hace más de tres años ha encabezado la lista de solicitudes de asilo en el país.
Pablo Moreno agregó que la empresa colabora con ACNUR desde hace cuatro años, primero con su planta de Saltillo, Coahuila, y más recientemente en la de San Luis Potosí, donde a los trabajadores en calidad de refugiados se les brinda el apoyo económico para que puedan rentar una vivienda y enviar a sus hijos a la escuela. Incluso se les ayuda con créditos que les han permitido a algunos de ellos adquirir vehículos que ahora usan como taxis en plataformas como Uber o Didi.
Agregó que a pesar de que la mayoría de los migrantes que se han incorporado a la compañía son hombres (63 por ciento), también las mujeres han encontrado una nueva oportunidad de vida en la empresa dedicada a la producción de electrodomésticos.
Moreno destacó que la dedicación y el agradecimiento de estos trabajadores es tal, que su rotación laboral es prácticamente nula, lo que favorece, además, a la empresa. “Del 8.5 por ciento que es la rotación que existe en el mercado laboral en Saltillo, donde se concentra una industria fuerte, la de los personas refugiadas no llega a 0.97 por ciento, lo que demuestra definitivamente que además de ser muy buenos trabajadores, adquieren un compromiso muy grande”, dijo.
De acuerdo con ACNUR, unos 400 refugiados se han unido en la batalla en México contra la pandemia por Covid-19 ofreciendo sus servicios como médicos, enfermeras, o empresas dedicadas a la fabricación de equipos de protección como caretas, cubrebocas o uniformes médicos.
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