Catorce no es un pueblo fantasma. Es un pueblo multicolor, lleno de vida, de turistas, de negocios, de religión, de ruinas, de misticismo, de ilusiones. Se detuvo el tiempo en sus casas, edificios y haciendas, en sus calles e iglesias, pero su gente lo mantiene actual, respirando.
Esta igual que siempre, con su camino empedrado, su túnel misterioso, sus Willys, sus puertas con candado, pero lleno de comerciantes en las calles, que venden desde ropa usada hasta bocinas y “artesanías” chinas, juguetes de plástico, dulces, sombreros, todo lo que el turismo pueda consumir.
Los diputados estuvieron aquí para conmemorar el centenario del natalicio del historiador Rafael Montejano y Aguiñaga. Todos de bajo perfil, uno o dos con traje, las diputadas de vestimenta casual, llegaron rápido y rápido se fueron, para asistir a una sesión que no duró más de media hora.
La mala noticia del día fue el accidente del diputado Rubén Guajardo, acompañado del Jerry y de Carlos Fernández, cuando a toda velocidad pretendían llegar a la sesión. Fuera de peligro se les reportó.
Catorce no pierde ese toque de pueblo mágico, mas no fantasma. Lugar favorito de estrellas de cine internacionales y nacionales, escenario continuo de rodajes, de hoteles caros pero bonitos, de motociclistas rebeldes que rompen el silencio con sus ruidosas máquinas, de francesas despeinadas deambulando por la plaza y jóvenes greñudos y tatuados oliendo a yerbita vaciladora.
En la Antigua Casa de Moneda se dispuso una mesa en forma de herradura, donde los diputados asistentes bebieron agua, café o te mientras Edgardo Hernández leía un prolongado discurso sobre la vida y obra de Rafael Montejano, cuya hermana escuchó emocionada en primera fila.
La vida cotidiana en Catorce sigue siendo la misma de siempre, nada más que ahora, convertido en un tianguis de grades proporciones.
Leer más de El Sol de San Luis