“Vivamos en Paz y con Paz”: Cabrero Romero

“Vivamos con criterios de justicia, de paz, de verdad y de bien, para tener una mayor y mejor convivencia, y tengamos así un mundo más en paz”, afirmó el jerarca católico

Angélica Maldonado | El Sol de San Luis

  · martes 3 de agosto de 2021

“Vivamos en paz y con paz, pero no una paz pasiva, sino la que nos compromete a ir anunciando, denunciando y proponiendo el Evangelio de Jesús cada día, ya que todo cristiano y católico tiene esa deuda y compromiso. Por eso, los invito a caminar en gracia de Dios, a vivir la santidad con criterios netamente cristianos, de justicia, de paz, de verdad y de bien, para tener una mayor y mejor convivencia, y tengamos así un mundo más en paz. El bien de la paz vivámoslo en nuestra vida social, laboral, personal, familiar”.

“Es preciso tener los oídos y ojos abiertos a las necesidades de los demás, para ver los lugares, espacios y personas que más necesitan de nosotros, para que les ofrezcamos esa paz que tanto anhelan y que encierra el amor, el bien, la justicia, la igualdad, porque la paz de Dios es vida”.

“Cambiemos nuestra manera de pensar y de actuar negativamente hacia los demás, ya que a veces destruimos la vida de otros, cuando criticamos, juzgamos injustamente y cuando herimos, y profanamos la persona de los demás con nuestras palabras, pensamientos y obras”.

Así lo señaló el Arzobispo de San Luis Potosí, Mons. Jesús Carlos Cabrero Romero, en la homilía que ofreció en el Templo de San Francisco de Asís donde con solemne concelebración Eucarística se festejó con desbordante fervor mariano, a Nuestra Señora de los Ángeles, copatrona de dicho templo.

Acompañaron a concelebrar al jerarca católico los Sacerdotes de la Orden Franciscana: Óscar Guadalupe Villalobos Avendaño OFM, Sergio Antonio González Galarza OFM, Gerardo Ventura Narváez OFM, Héctor Díaz López OFM, Enrique Romo de la Rosa OFM, y el Padre Diocesano José de Jesús Piña Arriaga.

“Pidámosle a Dios que nos ayude a liberarnos de nuestros pequeños defectos, que a veces son un obstáculo y desaliento para los demás y tengamos un encuentro auténtico con Jesús, que transforma, libera, sana y nos ayuda a ser mejores cada día. Ésa gracia de la transformación y conversión, la recibe también mi familia, que espera de mí algo mejor, algo diferente, hagámonos la pregunta: ¿Mi fe en Jesucristo es auténtica?.

En esta Misa recibimos “El perdón de Asís”, que se ofrece para que puedan obtener la gracia de la Indulgencia Plenaria, es el gran don del perdón de Dios, que se torna una necesidad en nosotros. Esa gracia la adquirimos y alcanzamos por el Sacramento de la Reconciliación y con auténtico propósito de enmienda, es decir, con sincero arrepentimiento de haber ofendido a Dios. Sólo así podemos experimentar el infinito y misericordioso amor de nuestro Padre Dios, porque volvemos a reestablecer la amistad con Él. Es de gran beneficio, para todos nosotros que necesitamos restaurar nuestro compromiso con el Señor.

San Francisco abogó por nosotros para que tuviéramos el gran regalo de la Indulgencia Plenaria, porque quiere que todos nos salvemos; con la gracia del perdón, podremos vivir, ya desde ésta vida, en el paraíso terrenal. Esa experiencia mística del paraíso, él no la guardó para sí, sino que quiso compartirla con nosotros para que alcanzáramos esa gracia divina.

“Hay que encontrar la paz a través del perdón, para liberarnos de todos nuestros pecados y sanar con la gracia de Dios. Pidámosle al Señor luz para encontrar la virtud”.

“Recordemos que sólo Jesús es capaz de transformar nuestro corazón, dejémonos transformar por Él, como lo hizo San Francisco, que venía de una clase social aristocrática, sin embargo lo dejó todo para llenarse de la gran riqueza de la gracia de Dios, que se hizo evidente en su gran sacrificio de renunciar a todo por Él, así como en su amor, entrega, generosidad y testimonio, que nos dejó en la Porciúncula, en esa capilla que está al interior de la Basílica de Nuestra Señora de los Ángeles, (que ahora ha sido transformada), ahí oro San Francisco, y ahí Jesús le reveló el don de la conversión, le habló y lo fue transformando poco a poco”.

“Pidámosle a Nuestra Señora de los Ángeles, que nos ayude a alcanzar el verdadero regalo de la conversión y del perdón de nuestros pecados y a reparar el mucho desorden que hemos provocado en diferentes lugares y espacios”. Concluyó el Arzobispo.

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