Mientras la dirección de Comercio pone en orden el comercio instalado en vía pública, principalmente en el Centro Histórico, los vendedores “toreros” lograron invadir de nueva cuenta sus calles para hostigar a transeúntes con la venta de perfumes, ropa o diversos accesorios.
La modalidad se refiere a que tales vendedores “torean” a los inspectores municipales y transitan por calles con mayor movimiento de peatones, como el pasaje Miguel Hidalgo o Ignacio Zaragoza.
Su mercancía en venta la disimulan en bolsas plásticas de asa y, cuando observan a algún posible cliente, lo interceptan para intentan convencerlo de la compra de un frasco de perfume de dudosa procedencia, alguna camiseta y accesorios diversos; suelen recurrir al acoso para lograr la venta.
Al menos una docena de vendedores “toreros” pudieron detectarse este fin de semana, después de que Comercio Municipal logró desterrarlos desde la pasada temporada vacacional de Semana Mayor cuando se desplegó un operativo para sancionarlos y retirarles su mercancía.
Asimismo, abundan jóvenes que “botean” o venden dulces para supuestos apoyos de albergues para drogadictos, que venden chips telefónicos o que entregan folletos o papeles con publicidad, actividades que también debe contar con un permiso.
Se destacó que las células de inspectores que operan en los filtros para impedir el acceso de vendedores ambulantes al Centro Histórico detectan constantemente estas actividades; sin embargo, en el caso de los vendedores “toreros” éstos suelen escabullirse apenas los ubican.
Y es que, de acuerdo con uno de ellos, algunos de estos comerciantes informales trabajan en pareja, es decir, uno aborda al posible comprador mientras el otro se dedica a “vigilar” y, mediante un chiflido avisa que se acerca el inspector o algún policía y desaparecen; generalmente se ocultan en tiendas cercanas.