A 26 de años de “haberse trepado” por primera vez a un camión urbano para convertirlo en su escenario, y a los pasajeros en su público, Paco Rocanrol continúa echando guitarrazos y se esmera día a día “para que la gente se lleve un buen sabor de oído”.
Recién había dejado la infancia, el adolescente de 16 años no dudó en aceptar la propuesta de un amigo para cantar en los camiones, “entonces ya tocábamos la guitarra con rolas de El Tri y El Haragán, así que nos decidimos a hacerlo”, ahí inicia esta historia, que él mismo narra para El Sol de San Luis.
Nació en el año 1980, en el otrora Distrito Federal, su familia se trasladó a San Luis Potosi en 1986 “aquí llegamos a la B. Anaya, al fraccionamiento Providencia, donde estuve viviendo 10 años y puedo decir que ahí fue donde me formé”.
Más tarde, la inquietud propia de un joven preparatoriano hizo que tomara la decisión, que luego se convirtiera en afición y oficio, de vivir de la música, “mis primeros acordes los aprendí en la secundaria, con el profe Felipe de la Técnica 69, luego en la prepa junto a algunos amigos, entre ellos Luis Anaya y Emmanuel Rubio”.
Enfundado en su pantalón negro ajustado -muy de rockero-; zapatos, tan rudos como desgastados; y saco con camuflaje militar, recuerda a algunos de sus grandes amigos y maestros: Óscar y Toño, ellos fueron los que me enseñaron un poquito más de música, ya después aprendí con el maestro Juan Carlos Pérez Gama, en la Ciudad de México, por allá del año 97.
A la gente, normalmente, le da gusto escuchar música, opina, “y aunque tengo mucho tiempo haciendo esto, la verdad trato de hacerlo bien, esmerarme para que la gente se lleve un buen sabor de oído, por eso creo que generalmente la respuesta es positiva”.
Como todo buen artista admite que el pago no siempre se lo lleva en efectivo, “la gente responde a veces con una sonrisa pero también con dinero, con unas monedas, a veces billetes, pero en general se obtiene una respuesta agradable”.
Al día de hoy, hace un recuento, tengo 26 años de cantar en las calles, de echar guitarrazos a diestra y siniestra en la capital potosina, “hoy pido que se le dé validez a esta humilde labor, que no se nos tinte de bajos, o artistas de segunda y hasta de tercera, no porque trabajemos en la calle se nos tilde de algo de no mucho valor, creo que hay que valorar al artista callejero”.
La gente no sabe realmente lo que hay detrás de un artista callejero, insistió, hoy algunos de los compañeros -a través de Artistas Urbanos Asociación Ciudadana, organización con más de 160 artistas potosinos- tratamos de visibilizar que somos como cualquiera, con gastos de familia, entre ellos las escuelas; con proyectos personales, como grabar discos y conformar grupos; comprar instrumentos y todo lo que se necesita para ser un buen artista.
La voz y los acordes de Paco Rocanrol retumban en el transporte urbano de la capital, principalmente en el Perimetral, en el 5 y en el 27, en los tramos de Calzada de Guadalupe y la Himno nacional; “también me puedes encontrar en Carranza, entre Reforma y la Glorieta del Parque de Morales, en la ruta 9 y la 23, a veces también otras rutas, pero estas son las que más más frecuento”.
Al intérprete de rock, básicamente setentero y ochentero en español, de vez en vez se le puede encontrar en las inmediaciones del IMSS de Zapata, ahí por entre los puestos semi-ambulantes de comida.
El músico callejero, nacido chilango y forjado como potosino, toma su guitarra -algo cascada- y su armónica, para dejarnos y treparse una vez más al camión que momentáneamente se convertirá en el foro de su música.