/ viernes 7 de septiembre de 2018

Vallejo Coronel, un ícono del fotoperiodismo

Corresponsal de guerra, catedrático, torero, alpinista, tenista y algo más… Javier Vallejo Coronel, icono de periodismo gráfico en San Luis Potosí, tiene en su haber una infinidad de imágenes e historias

Fotografió la muerte, se le paralizó el cuerpo, el miedo se apodero de su lente… más de 40 años captando los acontecimientos más trascendentales del mundo… Desde una mujer agonizando hasta retratar los personajes más distinguidos, del ámbito público y político de la historia.

Corresponsal de guerra, catedrático, torero, alpinista, tenista y algo más… Javier Vallejo Coronel, icono de periodismo gráfico en San Luis Potosí, tiene en su haber una infinidad de imágenes e historias, que resumirlas en una cuartilla resulta imposible.

Sentado en un antiguo sillón en el estudio fotográfico que se lleva su nombre, el maestro Javier Vallejo, relató a su antigua casa: el Sol de San Luis, los momentos que han marcado su vida.

Foto: Patricia Azuara

Presenciar la agonía de una mujer apuñalada, hasta sentir que el miedo lo consumía cuando le tocó partir a la guerra de Vietman.

Sin estudios y con el simple conocimiento transmitido por su padre Don Luis Vallejo, quien tenía un pequeño estudio fotográfico, a los 14 años, ingresa a la Organización Editorial Mexicana (OEM), y fue ahí, en donde inició la larga travesía, que quedó sellada en la memoria del fotoperiodismo nacional e internacional.

A los 81 años, alejado del “ajetreo mediático” y observando los impresos que aún conserva, aseguró “todo lo que ves ahí, lo volvería a hacer”.

Javier Vallejo fue testigo de innumerables eventos internacionales… recorrió el globo terráqueo de norte a sur, de este a oeste… captó las piruetas de Nadia Comaneci y el lanzamiento de la nave espacial que llevó al primer hombre a la luna.

La primer visita del papa Juan Pablo II a México y acompañó a los presidentes Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría y José López Portillo, a sus giras por Estados Unidos, Centro y Sudamérica, Japón, Filipinas, España, Canadá, China, Unión Soviética, Inglaterra, Holanda y Bélgica.

Un sinfín de Mundiales de Futbol y Olimpiadas, Juegos Panamericanos, la toma de posesión de los presidentes estadounidenses, Richard Nixon y Jimmy Carter, la campaña y derrocamiento de Salvador Allende, en Chile y la matanza de Tlatelolco.

Amante de los deportes extremos, Vallejo Coronel, fue además el creador de la primera imagen a color impresa en un periódico en toda Iberoamérica (1965) e investigó y obtuvo un sistema para enviar fotografías vía radio foto (1981).

Pero algo que marcó su vida, fue la guerra de Vietnam (1966), en donde por primera vez, sintió como el miedo carcomía sus huesos, mientras el lodo de los campos de matanza y dolor, llegaba hasta sus rodillas.

Foto: Patricia Azuara

“Cuando escuche las ametralladoras, me paralice, no podía correr, dije sí corro para adelante me pegan, si me voy atrás me ven, para la derecha, izquierda, no sabes que hacer, el miedo te paraliza, vivir el dolor, la tristeza, es algo que impacta”.

En entrevista, recordó como presenció también, el asesinato de una mujer a manos de su hijastro; captó desde la salida de su casa, completamente ensangrentada, hasta su último suspiro; “ese fue uno de los acontecimientos más impactantes que tuve”.

En su andar periodístico, se vio obligado a callar el escape de un famoso criminal, que sin saber su profesión, le relató como y a qué hora, dejaría la celda en donde lo mantenían preso, y sintió de cerca la muerte en dos ocasiones.

Corría el año de 1970, cuando el cambio de orden, de quien entonces era su jefe, impidió que subiera al avión que trasladaría a los periodistas que cubrían la campaña presidencial de Luis Echeverría Álvarez; aeronave que se impactó contra el Cerro del Mesón, en Poza Rica, Veracruz, matando a 14 de sus compañeros; “yo iba a ir ahí, de hecho mencionaron mi nombre en el noticiero de Jacobo Zabludovsky”.

Apenas se despojaba del impacto del accidente, recordó, y 20 días después del trágico suceso, se reincorporo a la gira de Echeverría Álvarez; integrado en su labor, tocó darle cobertura a un evento en Playa Ceiba, Chiapas.

Ahí ya esperan al priista, con una mesa larga, en donde estaban colocadas unas copas con enormes camarones; los de en medio; los más grandes y apetecibles, eran para el presidenciable, “se veían tan ricos, que me comí uno, no camine diez pasos cuando me desplome”.

Los camarones que estaban puestos frente a donde se sentaría Echeverría Álvarez estaban contaminados; veneno que iba directo a asesinar al candidato.

“Le salve la vida, hay quien me odia y hay quien me aplaude”, recordó entre risas. “empecé a aventar espuma por la boca, me llevaron al hospital, y afortunadamente, tres días después me salve”.

Foto: Patricia Azuara

Javier Vallejo Coronel, es una caja de historias; una máquina que te envía al pasado y te remonta al presente. En el año de 1991, y tras cuatro décadas de arduo trabajo, tuvo un accidente casero y decidió dejar el periodismo y dedicarse a su familia y a su estudio, en donde hoy capta el mejor ángulo de las quinceañeras y novias; “más de 60 años tras el lente de una cámara, y no me veo haciendo otra cosa”

“Si me dices ¿qué cambio de mi vida?, nada, amo el periódico, disfruto el olor del papel, de la tinta recién impresa, he sido muy afortunado”.

El día de hoy, en punto de las 8 de la noche en la Sala 2 del Centro de las Artes de San Luis Potosí, “el grande de la fotografía”, realizara una exposición, con parte de su trabajo, que denominó “30 Años de Periodismo Gráfico”.

Fotografió la muerte, se le paralizó el cuerpo, el miedo se apodero de su lente… más de 40 años captando los acontecimientos más trascendentales del mundo… Desde una mujer agonizando hasta retratar los personajes más distinguidos, del ámbito público y político de la historia.

Corresponsal de guerra, catedrático, torero, alpinista, tenista y algo más… Javier Vallejo Coronel, icono de periodismo gráfico en San Luis Potosí, tiene en su haber una infinidad de imágenes e historias, que resumirlas en una cuartilla resulta imposible.

Sentado en un antiguo sillón en el estudio fotográfico que se lleva su nombre, el maestro Javier Vallejo, relató a su antigua casa: el Sol de San Luis, los momentos que han marcado su vida.

Foto: Patricia Azuara

Presenciar la agonía de una mujer apuñalada, hasta sentir que el miedo lo consumía cuando le tocó partir a la guerra de Vietman.

Sin estudios y con el simple conocimiento transmitido por su padre Don Luis Vallejo, quien tenía un pequeño estudio fotográfico, a los 14 años, ingresa a la Organización Editorial Mexicana (OEM), y fue ahí, en donde inició la larga travesía, que quedó sellada en la memoria del fotoperiodismo nacional e internacional.

A los 81 años, alejado del “ajetreo mediático” y observando los impresos que aún conserva, aseguró “todo lo que ves ahí, lo volvería a hacer”.

Javier Vallejo fue testigo de innumerables eventos internacionales… recorrió el globo terráqueo de norte a sur, de este a oeste… captó las piruetas de Nadia Comaneci y el lanzamiento de la nave espacial que llevó al primer hombre a la luna.

La primer visita del papa Juan Pablo II a México y acompañó a los presidentes Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría y José López Portillo, a sus giras por Estados Unidos, Centro y Sudamérica, Japón, Filipinas, España, Canadá, China, Unión Soviética, Inglaterra, Holanda y Bélgica.

Un sinfín de Mundiales de Futbol y Olimpiadas, Juegos Panamericanos, la toma de posesión de los presidentes estadounidenses, Richard Nixon y Jimmy Carter, la campaña y derrocamiento de Salvador Allende, en Chile y la matanza de Tlatelolco.

Amante de los deportes extremos, Vallejo Coronel, fue además el creador de la primera imagen a color impresa en un periódico en toda Iberoamérica (1965) e investigó y obtuvo un sistema para enviar fotografías vía radio foto (1981).

Pero algo que marcó su vida, fue la guerra de Vietnam (1966), en donde por primera vez, sintió como el miedo carcomía sus huesos, mientras el lodo de los campos de matanza y dolor, llegaba hasta sus rodillas.

Foto: Patricia Azuara

“Cuando escuche las ametralladoras, me paralice, no podía correr, dije sí corro para adelante me pegan, si me voy atrás me ven, para la derecha, izquierda, no sabes que hacer, el miedo te paraliza, vivir el dolor, la tristeza, es algo que impacta”.

En entrevista, recordó como presenció también, el asesinato de una mujer a manos de su hijastro; captó desde la salida de su casa, completamente ensangrentada, hasta su último suspiro; “ese fue uno de los acontecimientos más impactantes que tuve”.

En su andar periodístico, se vio obligado a callar el escape de un famoso criminal, que sin saber su profesión, le relató como y a qué hora, dejaría la celda en donde lo mantenían preso, y sintió de cerca la muerte en dos ocasiones.

Corría el año de 1970, cuando el cambio de orden, de quien entonces era su jefe, impidió que subiera al avión que trasladaría a los periodistas que cubrían la campaña presidencial de Luis Echeverría Álvarez; aeronave que se impactó contra el Cerro del Mesón, en Poza Rica, Veracruz, matando a 14 de sus compañeros; “yo iba a ir ahí, de hecho mencionaron mi nombre en el noticiero de Jacobo Zabludovsky”.

Apenas se despojaba del impacto del accidente, recordó, y 20 días después del trágico suceso, se reincorporo a la gira de Echeverría Álvarez; integrado en su labor, tocó darle cobertura a un evento en Playa Ceiba, Chiapas.

Ahí ya esperan al priista, con una mesa larga, en donde estaban colocadas unas copas con enormes camarones; los de en medio; los más grandes y apetecibles, eran para el presidenciable, “se veían tan ricos, que me comí uno, no camine diez pasos cuando me desplome”.

Los camarones que estaban puestos frente a donde se sentaría Echeverría Álvarez estaban contaminados; veneno que iba directo a asesinar al candidato.

“Le salve la vida, hay quien me odia y hay quien me aplaude”, recordó entre risas. “empecé a aventar espuma por la boca, me llevaron al hospital, y afortunadamente, tres días después me salve”.

Foto: Patricia Azuara

Javier Vallejo Coronel, es una caja de historias; una máquina que te envía al pasado y te remonta al presente. En el año de 1991, y tras cuatro décadas de arduo trabajo, tuvo un accidente casero y decidió dejar el periodismo y dedicarse a su familia y a su estudio, en donde hoy capta el mejor ángulo de las quinceañeras y novias; “más de 60 años tras el lente de una cámara, y no me veo haciendo otra cosa”

“Si me dices ¿qué cambio de mi vida?, nada, amo el periódico, disfruto el olor del papel, de la tinta recién impresa, he sido muy afortunado”.

El día de hoy, en punto de las 8 de la noche en la Sala 2 del Centro de las Artes de San Luis Potosí, “el grande de la fotografía”, realizara una exposición, con parte de su trabajo, que denominó “30 Años de Periodismo Gráfico”.

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