Un amor que trasciende la muerte: Día de las Madres en los panteones de SLP

Las familias visitaron los panteones de la capital para honrar la memoria de aquellas que ya no estaban físicamente, pero que permanecen vivas en sus corazones

Alejandra Ruiz / El Sol de San Luis

  · viernes 10 de mayo de 2024

Cristian Robledo | El Sol de San Luis

El sol se alzaba tímidamente sobre arcos centenarios del panteón de El Saucito, pintando de dorado las lápidas y las flores frescas que las rodeaban. Era el Día de las Madres, y las familias ya visitaban los panteones de la capital para honrar la memoria de aquellas que ya no estaban físicamente, pero que permanecen vivas en sus corazones.

Desde temprano, los senderos de tierra se llenaron de personas que llevaban ramos de rosas, lirios y margaritas. Las lágrimas y las sonrisas se entrelazaban en un baile de emociones mientras los aguadores junto con los visitantes limpiaban las tumbas y colocaban las flores con cuidado. También había algunos niños que correteaban entre las lápidas, ajenos al peso de la tradición y la nostalgia.

El ambiente era agridulce. Las risas y los abrazos se mezclaban con los sollozos y los recuerdos. Las madres ausentes eran recordadas con cariño: sus risas, sus consejos, sus abrazos cálidos.

Las historias se compartían entre los familiares, como la de María de la Luz Zamora, fallecida hace cuatro años por complicaciones posteriores a ser contagiada por la COVID 19 y a quien hace un año trasladaron sus restos desde el cementerio de Milpillas para que pudiera estar en la capilla de su familia-, como si al hacerlo, trajeran de vuelta un pedacito de esas almas queridas.

En los puestos improvisados cerca de la entrada de este panteón, los vendedores ofrecían veladoras, adornos y comida. El aroma a tamales, a gorditas recién hechas se mezclaba con el olor a tierra húmeda y flores.

En el panteón Españita, las familias se detenían a comprar una rosa adicional o una corona de listones para decorar los sepulcros en honor a sus madres.

Los niños curioseaban los dulces y las golosinas, mientras los adultos compartían anécdotas y chistes.

Las lápidas estaban adornadas con fotografías en blanco y negro, y algunas otras a color desgastadas por el tiempo.

Las madres sonreían desde esas imágenes, con aquellos ojos llenos de esperanza y amor.

Los globos se movía con el viento, como pequeñas estrellas en la penumbra, guiando a las almas hacia la eternidad.

El sol alcanzó su punto más alto, y las campanas de la iglesia cercana repicaron. Las familias se reunieron alrededor de las tumbas, sosteniendo las manos de sus seres queridos. Las oraciones se elevaron al cielo, pidiendo paz y consuelo.

Las lágrimas rodaron por mejillas curtidas por el tiempo, pero también hubo sonrisas, porque el amor nunca muere.

Así transcurrió el Día de las Madres en los panteones de San Luis Potosí: un día de recuerdos, de encuentros con el pasado y de la certeza de que el amor trasciende la muerte. Las flores seguramente se marchitarán, las veladoras se apagarán, pero el vínculo entre madres e hijos perdurará siempre.