Los trastornos de la alimentación, pueden causar daños en el corazón, el aparato digestivo, los huesos, los dientes, la boca y otras enfermedades. Los Servicios Estatales de Salud, SES, establecen una alerta porque este tipo de afecciones se registra en la niñez y adultez.
Las señales más frecuentes que permiten indicar la presencia de un trastorno de la alimentación pueden ser cambios radicales en la conducta alimentaria, tristeza, ansiedad acompañado de preocupación excesiva por el contenido calórico de los alimentos, dejar de comer, aislamiento, no comer en público, autoestima baja, preocupación excesiva sobre el peso, distorsión en la autopercepción física, hablar frecuentemente sobre métodos para bajar de peso, mirarse con frecuencia al espejo para ver defectos, atracones de comida o comer grandes cantidades de dulces o alimentos grasos, utilizar laxantes o productos herbolarios para bajar de peso, bajar o aumentar de peso abruptamente, ejercitarse en exceso y vomitar frecuentemente.
Los trastornos de la alimentación pueden causar diversas complicaciones, algunas de las cuales son potencialmente mortales. Cuanto más grave sea o más dure el trastorno de la alimentación, más probable es que presenten complicaciones graves de salud, pensamientos o conductas suicidas, problemas con el crecimiento y el desarrollo, consumo de sustancias, problemas laborales.
Los trastornos de la alimentación son afecciones graves que impactan negativamente en la salud, las emociones y la capacidad de desempeñarse en el ámbito laboral y social, los más frecuentes son la anorexia, la bulimia, y el trastorno alimentario compulsivo, indicó Claudio Edmundo Valdez Flores, Médico Psiquiatra de la Clínica Psiquiátrica “Dr. Everardo Neumann Peña”.
Tan sólo en la clínica Everardo Newman se han detectado 18 casos relacionados a los trastornos de la alimentación. Por lo general las personas que sufren de un problema de la alimentación, tienden a fijarse excesivamente en el peso y la imagen corporal, lo que condiciona conductas alimentarias de riesgo, que tienen una repercusión considerable en la capacidad del cuerpo para obtener la nutrición adecuada. Estos trastornos suelen manifestarse en la adolescencia y los primeros años de la adultez, los síntomas varían en función del tipo de trastorno de la alimentación.