Las calles que a diario pisamos como ciudadanos en San Luis Potosí guardan historias y conservan tradiciones que al paso de los años luchan por mantenerse vivas.
Este 2022 y comenzando las festividades de Semana Santa, las Vírgenes de Dolores volvieron a recorrer las calles y pudieron ser colocadas en su altar, tras dos años de resguardo por limitaciones de movilidad debido a la pandemia por Covid-19. La calle Ignacio Manuel Altamirano que popularmente es conocida como el Callejón del Buche, es el lugar más representativo en cuanto a la instalación de Altares de Dolores.
Se puede acceder a la calle, tan sólo unos pasos después del Mercado República, entrando por la calle 16 de Septiembre. Tras dos años de pandemia, esta festividad unió a muchas familias, unos por primera vez y otros cumpliendo una tradición.
La marea de fieles y familias recorrieron la angostura del Callejón del Buche, aglomerándose al caer la tarde noche del Viernes de Dolores, algunos van para visitar los altares, otros para disfrutar de la vendimia y la pirotecnia que enmarcan la tradición.
En el trayecto de este callejón, se encuentra todo tipo de viviendas, haciendo evidente la diversidad de inquilinos que habitan el lugar, algunas conservan su estructura pese a los años y otras han modificado sus fachadas y cuentan con cámaras de vigilancia.
125 años de historia y Fe
Los vecinos del Barrio de Santiago son quienes han mantenido por 125 años viva esta tradición. Se instalan más de 400 altares cada Viernes de Dolores, la mayoría en la calle Altamirano conocida también como el Callejón del Buche.
Desde temprano, los altares se montan y toman la calle, ya por la tarde se ofrecen liturgias o se celebra con música y danzas.
Algunos cuadros con imágenes o figuras en honor a la Virgen de Dolores colocadas en los altares, tienen más de 125 años de existencia y se han heredado por generaciones.
Para mantener con vida esta tradición sus habitantes se preparan una semana antes del Viernes de Dolores, preparando la imagen y consiguiendo los objetos para montar su altar, incluso mandan confeccionar el vestuario de su Virgen con meses de anticipación.
La señora Felicitas Martínez, quien cumplió 102 años de edad y es conocida por sus vecinos, como la residente más longeva que hasta ahora ha mantenido la tradición, ha presenciado esta fiesta desde su niñez. Como ella otros vecinos montan su altar, donde se observa a los adultos mayores enseñando e involucrando a sus hijos y nietos en la costumbre, con la ilusión de que en el futuro ellos continúen dando vida a la tradición.
En el recorrido es común ver a los vecinos de este lugar reunidos en familia en la puerta de su vivienda junto a su altar, para recordar historias familiares o de quienes compartieron y aprendieron la tradición.
Es una tradición que se ofrezca un vaso de agua a los visitantes, dar paletas de hielo o naranjas a los niños y niñas, así como invitar a los extraños acercarse al altar para saludar o para pedirle favores a la Virgen..
En cada paso por el callejón es admirable la labor de los habitantes influenciados por una costumbre familiar que se aprende generación tras generación.
En cada altar, modesto u ostentoso, se deposita el corazón y fe de cada familia. La calidez de sus habitantes incluso provoca en los extraños olvidar la frialdad y la monotonía, y todos se unen en un momento plácido y familiar, donde propios y extraños comparten el espacio.
El Altar de Dolores es una actividad religiosa y simbólica de la Semana Santa, que se arraigó en México durante la conquista y evangelización de españoles en nuestro país, su veneración es para recordar el sufrimiento de la Virgen María por la muerte de Jesús.
Algunos de los elementos que componen los altares que se instalan en el Callejón del Buche son la imagen de la Virgen María Dolorosa. Se colocan arreglos de flores frescos, o según la tradición, flores blancas o deshojadas y marchitas de color morado como símbolo de la tristeza, también se usan racimos de manzanilla para evocar la resurrección de Cristo. Es común usar naranjas con banderillas, y vasos con agua pintada de color verde, amarillo, naranja, rojo y uno sin colorante, para representar la esperanza de la resurrección; el atardecer en el cual se crucifico y murió Jesús; el rojo representa la sangre derramada; y el vaso de agua limpia es una metáfora de la pureza de María. También se añaden objetos o fotografías pequeñas de la familia que exhibe su altar.
El milagro de visibilizarse y popularizar la tradición
En la Séptima Sesión Extraordinaria de Cabildo el Ayuntamiento de San Luis Potosí se aprobó por unanimidad “Los Altares de Dolores” del Callejón de Buche como Patrimonio Cultural Municipal.
Con la declaratoria se busca que la calle Altamirano sea difundida y visitada por potosinos y turistas. Se le da reconocimiento a las fiestas que se desprenden de su origen religioso pero que con los años se ha convertido en una tradición de cohesión social.
La declaratoria otorga también un reconocimiento a la labor de los vecinos, por enriquecer la historia local y colocarla a la vista de todos, logrado pues, el “milagro” de popularizarla.
El adoquín en algunas partes de la calle fue arreglado este año, también algunas fachadas fueron pintadas, pero la mayoría de las viviendas conservó su estética.
En el año 2020, por la crisis sanitaria mundial por Covid-19, fue la primera vez en años interrumpidos, que la calle no se llenó de altares morados. Los más fieles desde el interior de sus viviendas montaron los altares. El año pasado, 2021, corrió con la misma suerte, las Vírgenes de Dolores permanecieron resguardadas otro año más.
Finalmente con la llegada de una aparente “normalidad” de este 2022, en donde incluso al Alcalde capitalino se le vio recorrer la calle, acercarse a los altares y las personas con la confianza de eliminar el uso del cubrebocas, las tradiciones resentidas en los últimos dos años por la pandemia, regresaron a cobrar vida.
Este año la situación difiere mucho del año pasado, la vendimia, los grupos de música y danzantes regresaron, y los vecinos presentaron a los niños a la Virgen al volver abrir las puertas de su vivienda..
¿Por qué se le conoce como el Callejón del Buche?
Una versión sobre el origen de su nombre data en una leyenda del lugar y que se predica entre los vecinos, es sobre el presunto homicidio de tres personas que se dedicaban a robar, supuestamente por sus acciones se les cortó el “buche”, a esta leyenda se le suman otras como “El Callejón de las manitas” que habla sobre la tortura a la que fueron sometidos presuntos ladrones.
Otra versión por la que se cree surge su nombre refiere a una persona que habitó la calle y quien ofrecía “buche” a los vecinos y visitantes en cada Viernes de Dolores, por lo que muchos recorrían la calle para poder llegar hasta allí y comer o llevarse su taquito de “buche”.
Ninguna versión ha sido comprobada o es oficial, pero todas forman parte de la historia, misticismo e imaginario colectivo que comparten los vecinos de este lugar, ya sea por creencia en esas leyendas, o porque toda extraña o curiosa historia narra al caminante de estos rincones el tiempo que atesora el lugar.