- Inició con 200 comerciantes, una terminal de autobuses, gimnasio, baños... y ahora, en el olvido con unos 60 negocios en pequeño
- No hay dirigente que los represente para que les resuelva los problemas como la seguridad, alumbrado, agua, etc
Entre pasillos lúgubres y pringosos, duermen los cuerpos de personas desconocidas, quizá indigentes o migrantes, encobijadas y sucias, que obstaculizan por los pasillos, el andar de los visitantes y compradores; un ambiente de inseguridad, han marcado territorio, en las cortinas de lámina de cada uno de los locales hay una firma distintiva, el recibimiento es triste, solitario e insalubre. Son pocos los comercios que se encuentran abiertos, y es escasa la cantidad de personas que hoy en día visitan el mercado “16 de Septiembre”.
Atrás quedaron los tiempos de bonanza, el sobrevivir, se ha convertido en la encomienda del día para los locatarios de este mercado, quienes a pesar de encontrarse en el olvido y completo abandono, siguen realizando su tradicional labor de venta, mercadeando productos nuevos o usados, para el interés de uno que otro comprador que llega.
La planeación de este recinto mercantil, data de principios del año 1971, proyecto facultado por el entonces presidente municipal, Antonio Acebo Delgado; predio otorgado al Ayuntamiento con una superficie aproximada de 583.2 m2, ubicado en la calle 16 de septiembre No. 466; más tarde el alcalde suscribiría los convenios y contratos para solicitar a Congreso del Estado la edificación del mismo.
Para que en mayo del mismo año también se autorizaría la venta de 154 locales interiores en cuatro alas, mismos que fueron otorgados en su inauguración, el día 16 de septiembre, donde el antiguo espacio donde se ubicaban, dejaría de ser conocido como la tradicional “Corte de los milagros” o el mercado de los “Fierreros”, para disponerse en este nuevo sitio y ser nombrado oficialmente Mercado “16 de Septiembre”, mismo que llegó a albergar una cantidad aproximada de 200 comerciantes de diversos rubros, que hoy en día tristemente no alcanzan ni el 35% del total de mercaderes.
Con el tiempo la vida del mercado se opacó y el bullicio comercial ha menguado, de lado se dejaron aquellas costumbres de recibir a la población foránea en sus instalaciones, mismas que hacían fluir las prácticas comerciales de este sitio, y desde entonces la venta, la asistencia y la calidad de vida de los locatarios ha ido en declive.
Carencias y demandas
Para el señor Leonel Sandoval, representante de los locatarios y mercader de este distintivo tianguis desde hace más de 30 años, desesperanzado comentó que “la afluencia del mercado se debía a la llegada de los camiones foráneos, que venían de los ranchos cercanos a la Capital, misma que dejó de venir por la inseguridad y al ubicar en otra dirección, un espacio para la llegada de estos autobuses”.
Sin afluencia recurrente, este espacio para él se ha convertido en un campo de guerra, los robos y la delincuencia se han hecho presentes más que nunca, y es casi imposible no notarlo, “no existe ningún tipo de vigilancia permanente, normalmente viene policía municipal, realiza un breve recorrido por las instalaciones del mercado y eso es todo, le llaman “Barrido” en moto, aunado a esto, la carencia de un dirigente que nos represente y se encargue de todos estos problemas, con el pasar de los años nos han ido afectando. Los hurtos son constantes, casi de manera diaria, no solo a la clientela, sino que también la invasión y el desfalco llegaron a irrumpir nuestros bienes materiales, rompen las puertas, abren las cortinas, saquean herramientas, se llevan todo lo que pueden y encuentran”.
Aunado a la violencia sistemática de la que son víctimas los comerciantes, conscientes logran distinguir tres factores importantes que confluyen para que este espacio sea tierra de nadie: el abandono de las autoridades que por más de cuatro administraciones municipales se han mantenido distantes a las necesidades de ellos, de esta zona y sus conflictos, el daño estructural el cual ha ocasionado el abandono de locales y por ende el decremento de visitantes, y la indigencia que se mantiene presente en este sitio, inmutable, dueña de cualquier espacio o rincón que han hecho su hogar y han provocado un espacio malsano, que repele a todo aquél que llega a sus instalaciones.
El mantenimiento que se ha realizado en este mercado tradicional, hasta el momento ha salido del bolsillo de los comerciantes, quienes afortunadamente la mayoría de ellos son propietarios del espacio que usan, acciones que evidencian a las autoridades, que han dejado de ser previsores y realizar las debidas y necesarias observancias, y la falta de cumplimiento con lo estipulado en los acuerdos de plazas y mercados que dicta el Ayuntamiento Municipal, acciones que forman parte de las exigencias que tienen los comerciantes del lugar, sobre todo por el temor que significa el descuido de la ya de por si frágil y vulnerable estructura de este recinto.
Los servicios básicos son escasos, sólo cuentan con dos líneas eléctricas, donde los negocios están conectados, pero a pesar de ello, las instalaciones como los pasillos, la entrada y el estacionamiento, carecen de alumbrado, provocando que los comerciantes cierren a temprana hora, por la completa oscuridad que rodea el espacio.
El drenaje y agua potable en este lugar son escasos, los baños en ocasiones se encuentran estancados, y el olor a desechos se percibe a la distancia, “Municipio construyó estos baños pequeños, porque al realizarse la remodelación del gimnasio de este mercado, se quitó toda el área administrativa del lugar, y con ellos los sanitarios que antiguamente estaban dispuestos en esta área. Entonces ahora de vez en cuando, se tiene que contratar a alguien que desazolve el caño y tuberías”, señaló Carmen Miranda, locataria afectada.
Además la menesterosidad ha inundado los corredores de los establecimientos, problema social del que demandan solución pronta a las instancias correspondientes, la señora Elvira Espino, locataria y vendedora de ropa de reuso tajante señaló, “Hay mucha inseguridad y todo comienza desde que a las personas sin hogar y con adicciones las dejan quedarse en este mercado, no sabemos quién les da entrada, pero tampoco hay alguien que pueda sacarlos, se pasean, se duermen y hacen sus destrozos, este tipo de ambiente atrae a los delincuentes”.
Rubros Mercantiles: Los fierros y artículos usados
Cinceles, palas y herramientas para la construcción son los únicos objetos de interés por los que la clientela, en ocasiones, se da cita en este espacio, ramo por el cual se le ha otorgado el distintivo mote de “Tianguis de los fierreros”.
“Hace años era otra, nuestra vida, antes aquí era conocido como “Los fierreros”, porque la gente que era dueña de estos locales se dedicaban a la venta de martillos, herramientas y fierros diversos, pero poco a poco se ha ido retirando, la presencia de compradores, no es la misma a la de unos 15 años para acá”, indicó el señor Sandoval.
Pero increíblemente la venta de fierros y herramientas, sigue siendo el principal motivo de asistencia por parte de la clientela, para la señora María Torres, vendedora, significa el motivo principal que mantiene la economía de este mercado, “este mercado es muy conocido, por la venta de fierros, en estos 20 años que hemos pertenecido en este establecimiento, la compra de herramienta, ha tenido sus altas y bajas, es una constante, pero aún así siempre nos visitan buenos compradores, que vienen hasta de otros Estados, porque en sus lugares de origen no venden las herramientas que nosotros ofrecemos”.
“Los fierros de albañilería, sin duda son los que más se venden, aproximadamente siempre vendemos entre 2 y cinco fierros al día, varía también dependiendo de lo que busca el cliente, las personas que se dedican a la construcción son las que más acuden con nosotros”, puntualizó.
También la venta de artículos usados se mantiene vigente, un comercio muy buscado por la clientela que se da cita los días sábados y domingos en este espacio, donde los “tendidos” sobre los pasillos son más comunes que los locales abiertos. Objetos en desuso como joyería de fantasía, juguetes, porcelana, celulares, ropa, zapatos, y alguno que otro “cacharro”, es lo que aún se exhibe para mercadear y llevarse un peso a la bolsa.
Es evidente que el ambiente que converge en este mercado los fines de semana, es completamente diferente al resto de los días; puestos de ropa y comida le dan la bienvenida a aquellos gustosos y valientes, que están en busca de un artículo particular, o que por mera costumbre o rutina visitan este sitio.
La asistencia no es mucha, pero sí la suficiente como para despertar en los locatarios un poco de esperanza, misma que les hace rememorar aquellos tiempos dignos y decorosos donde ellos, los pequeños comerciantes eran parte importante del desarrollo y economía de esta localidad, mismo que les permitió construir un patrimonio, que ahora casi se encuentra perdido.