Teófilo Torres Corzo volvió a entrar por la puerta principal de Palacio de Gobierno, como aquella mañana de Octubre de 1992, acompañado de la sociedad potosina, de los que estaban cansados de la inestabilidad, de la incertidumbre y querían un gobierno fuerte, decidido a eso, a gobernar y crear la ruta de desarrollo por la que se transitó los próximos 31 años, hasta ahora.
A las 9.05 de la mañana fría y nublada, arribó la carroza que, de reversa, abrió sus puertas para que asomara el féretro elegante, sobrio, decente, como le gustaban las cosas a él. Y cruzó una vez más por esa puerta, donde decenas de navistas en aquél día del ‘92, pretendían impedir el orden y la gobernabilidad, pero no pudieron ante la avalancha de una sociedad harta del capricho de unos cuantos que se abrió paso al grito unánime de ¡Teófilo! ¡Teófilo! y ¡San Luis! ¡San Luis!.
Ya instalado en su despacho, lo primero que hizo el licenciado Torres Corzo fue llamar a la unidad de todos, a trabajar por San Luis dejando de lado las ideologías políticas y partidistas. Fue contundente al defender la legitimidad de su designación sietemesina, pero lo fue más, al advertir que no permitiría que un grupo minoritario hiciera lo que quisiera.
Y así creó los cimientos de una sociedad que hoy, sin sobresaltos, ha transitado de gobiernos de diversos colores, priístas, panistas, ecologistas.
Hasta en su funeral, su presencia convocó a la unidad. Las enormes puertas de Palacio de Gobierno, se abrieron, como hace mucho no ocurría, de par en par, para recibir al político, al consejero, al empresario, al amigo; ahí estaban, tristes, sus amigos de toda la vida, los nuevos y los que hubieran querido serlo. Sus trabajadores, sus cercanos, y, por supuesto, su familia.
Los había de todas las ideologías, los priístas de la vieja guardia como Yolanda Eugenia González que fue su compañera en la histórica LIII Legislatura, la única que ha elegido dos gobernadores interinos; los panistas, morenistas, ecologistas, perredistas, conciencistas, y ninguno se guardó un aplauso, algunos no evitaron derramar una discreta lágrima.
Sus amigos los periodistas, esta vez no fueron a “cubrir el evento” sino a ser parte de el; para ellos siempre tuvo respeto y una mano amiga y humilde, por más alto que fuera el puesto que ocupara, de gobernador, de senador, de diputado local o federal, líder empresarial, siempre, siempre, tuvo tiempo para una llamada, un mensaje, una palmada, un gesto de amistad.
El gobernador Ricardo Gallardo quiso encabezar este acto histórico y reconocer el liderazgo de un potosino bien nacido; sus palabras se escucharon sinceras: esta mañana honramos al hombre de notable figura que ha trascendido, pero cuya memoria permanecerá presente en el ámbito político, económico, cultural y periodístico de San Luis Potosí.
Y es que gracias a Teófilo Torres Corzo, hoy San Luis tiene paz social y sobre todo política. Su hija Carmenchu Torres lo describió puntual: fue un hombre de palabra, lealtades y compromisos. A lo largo de su vida sembró amistades en todos los espacios; nos enseñó el valor de la familia, de la perseverancia, y de la satisfacción del trabajo.
El patio del Palacio de Gobierno fue el escenario propicio para el reconocimiento a un potosino extraordinario. Empresarios de altos vuelos como Carlos López Medina, Juan Carlos Valladares, Gustavo Puente; funcionarios, ex funcionarios, alcaldes, ex alcaldes, presidentes de cámaras, diputados, magistrados, periodistas, ¿Quién más puede reunir a tan diversos sectores? Solamente quien siempre apostó por la unidad y que primero estuviera San Luis.
Sus detractores, que poco lo conocieron, pensaron que cambiar siete meses por seis años de gobernador, significó un fracaso para él. Lo que nunca alcanzaron a ver es que si alguien influyó en la vida política de San Luis Potosí de manera permanente, hasta sus últimos días, fue el. Los que ostentaban el poder, siempre acudían por un consejo y lo aplicaban. Y sacrificar una aspiración personal, fue el mayor acto de amor por su estado: estuvo ahí cuando la patria chica reclamó su presencia. Eso no cualquiera.
Fueron aplausos prolongados, sinceros, en homenaje al hombre que fue exitoso en todos los ámbitos, al potosino que amó a su estado y al amigo que a todos les extendió la mano y les regaló un abrazo. Palacio de Gobierno retumbó y se cimbró una vez más, ante el homenaje a quien supo regresarle a San Luis, lo mucho que le dio.
Fue poco menos de una hora, intensa, de emociones múltiples y se fue como llegó, con el reconocimiento por el deber cumplido.
Hoy como entonces, Teófilo Torres Corzo volvió a ser el factor de unidad.
Descanse en paz, licenciado.
Mi agradecimiento por su amistad.