La fuerza de la tinta es empujada a través del fino y concienzudo pulso de la psicóloga y artista Abigail Silva, quien se desenvuelve como tatuadora y quien utiliza como lienzo la piel de las personas para plasmar narrativas personales y colectivas, que expongan la virtud y poderío de una imagen.
Hace algunas décadas hablar de tatuajes era referirse a una práctica artística casi clandestina, hoy este mundo del arte corporal define una parte de la estética del cuerpo, de su testimonio y memorias.
Ser tatuadora es la herramienta para expresar la voluntad de otros sobre su propio cuerpo, no es un trabajo fácil. Abi Faz como también la conocen, comenzaría como muchos, dibujando y realizando sus propios diseños, al principio como una expresión gráfica personal.
Después, se animaría a aprender el tradicional oficio del tatuaje, para ser el vínculo de la identidad del ser humano y el sentimiento del recuerdo sobre la piel.
“Mi inicio en el tatuaje fue un poco peculiar. Generalmente desde hace ya bastante tiempo sólo realizaba diseños para que mis amigos se tatuaran. Después de acompañar a un amigo a que se realizara un tatuaje, surgió entre la plática que en el estudio donde se estaba realizando este trabajo buscaban una aprendiz. Fue ahí donde comencé en el mundo del tatuaje, pues al ver mis diseños decidieron darme una oportunidad para empezar a tatuar”.
Fue difícil empezar. Posterior a unos meses de ser aprendiz, mis ahora colegas me dieron la noticia de que ya comenzaría a tatuar. Realizar un tatuaje implica mucho respeto, es decir, requiere una responsabilidad muy grande, estás marcando un cuerpo y será de por vida. Se está rompiendo la barrera de lo íntimo para generar un cambio en su cuerpo.
Cuando la aguja perfora la piel dejando entrar el primer rastro de tinta, Abi sabe que no hay vuelta atrás, hay convicción por parte de quien desea tatuarse y no existe la irreversibilidad en su trabajo. Geometría, puntillismo, representaciones simbólicas espirituales e imágenes icónicas y de culto de la literatura y cine de terror es algo del trabajo que esta artista de la piel realiza.
Hacer monstruos me gusta mucho, también realizar composiciones de animales con rasgos alienígenas o humanoides es lo que me agrada más. Poder deconstruir la imagen y hacerla propia y al gusto del cliente es algo que me fascina
En cuanto al temor de equivocarse en el trazo, este sigue presente. “El nervio nunca se acaba. Pero una vez que comienzo me enfoco y los nervios desaparecen, donde mi único objetivo se convierte en elaborar un buen tatuaje”.
Abi dedica un tiempo estimado de entre cinco a ocho horas tatuando al día, dependiendo de la complejidad de la imagen que plasmará sobre la piel, pues dice, todo depende del tamaño, complejidad y detalle.
Hay tatuajes que me toman desde hora y media, hasta cinco. Todo depende de lo que pida el cliente y de la minucia del diseño que elabore
La clientela de Abi es muy diversa, pero sobre todo son personas gustosas de expresarse a través de su cuerpo, “viene todo tipo de personas a realizarse tatuajes. Unos buscan rememorar alguna persona o un hecho, otros por mera cuestión estética, otros para vivir la experiencia. Mujeres y hombres por igual, aunque siento que la clientela femenina es la que más me busca por mi trabajo”.
Para Abigail tatuar es percibir detalles, carácter y personalidades en los sujetos que desean adornar su cuerpo, “Es encontrarse en lo más profundo con ellos. Lo más gratificante es poder brindarles a través de la tinta, algún recuerdo. Es ser el vínculo para que ellos perciban su cuerpo de otra manera, el tatuaje es una manera de comunicar lo que sienten y piensan y materializarlo a través de una imagen es increíble.
Ser mujer en el mundo del tatuaje no es fácil, pero Abigail ha sabido enfrentar cada obstáculo que se le ha presentado. Su talento en esta práctica corporal, en la expresión artística y estética que requiere, pero sobre todo saberse herramienta e interlocutora de una imagen sobre la piel ha sido su reto más grande.
Jamás hay que olvidar el impacto que nuestro trabajo puede tener en una persona. Tenemos una responsabilidad muy grande. Trato a las personas que tatúo como me gustaría que me trataran a mi. Además la convivencia y el nexo que se origina mientras realizo un tatuaje no está muy alejado de mi profesión principal que es la psicología. Tatuar es estar en plena convivencia con el otro, saber y conocer sus sentires, y lo que piensa. Es transparentar el alma a través de la tinta
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