Alejandra Tenorio, es una de las pocas personas que aún elabora canastas de sotol, tradición que identifica a la comunidad Suspiro Picacho, pero que hoy en día, solamente 30 lugareños continúan fabricando esta artesanía.
Con sus manos, que ya muestran el inevitable pasar del tiempo, sentada en una silla de plástico, un cuchillo y cubetas llenas de sotol que previamente cortó de entre las montañas que rodean su comunidad, inicia la labor cada mañana… Así desde que tenía siete años, relató a El Sol de San Luis.
Doña Alejandra, se ha dedicado a la elaboración de canastas y figuras de sotol desde hace 45 años, oficio que hoy también realizan sus hijos. Diariamente labora hasta al menos 20 pequeños cestos, que comercializa desde 15 hasta 80 pesos.
El tejido artesanal, lo aprendió cuando apenas cumplía siete años… A un lado de su lugar laboral; una pequeña choza fabricada de madera, en donde resguarda la materia prima. El procedimiento no es largo, dijo, y al final del día, le queda la satisfacción de tener el sustento para su casa.
Suspiro Picacho es una comunidad del municipio de Mezquitic de Carmona, a unos cuantos kilómetros de San Luis Potosí, por lo que cuando la venta en su casa cae, sale a los mercados de la Capital potosina, en donde regularmente “me regatean el precio”.
Se podría decir que en tiempos libres, porque hay más cosas qué hacer, lo que pasa es que aquí estamos, pero cuando hay raspa, hay que raspar los magueyes para raspar el agua miel, dedicarnos a hacer esto.
Y es que Doña Alejandra, además de ser una de las pocas personas que mantiene viva esta tradición, también se dedica a la “raspa de magueyes”, para extraer el agua miel, que de igual forma comercializa.
“Tengo una hija discapacitada, y con esto me ayudo, luego vienen de otras comunidades a comprarme y me conviene más que llevarlas a los mercados, porque luego nos quieren pagar muy poco, y prefiero esperarme aquí, ya si se pone muy difícil la situación, pues salimos”.
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