Esta mañana en Soledad de Graciano Sánchez, el sol ya teñía de dorado los rostros de los votantes que se formaban frente a las casillas. Es un día crucial, un momento en el que la ciudadanía tomará la palabra y definiría el rumbo de su municipio y del país entero.
En medio de un operativo de seguridad, orquestado por la Dirección General de Seguridad, el cual se desplegó alrededor de las 383 casillas del municipio, los funcionarios de casilla, con sus miradas atentas, se afanaban en instalar el mobiliario y contar las boletas.
Las escuelas, canchas y estacionamientos fueron transformados en espacios de decisión, donde los ciudadanos ya esperaban ansiosos para ejercer su derecho al voto.
Muchos de los votantes que esperaban en las filas, señalaron que ha sido jornada electoral de gran tensión. Pues los últimos meses habían sido de agitación política, con campañas electorales marcadas por conflictos y violencia. Ya que los partidos que se encuentran a la cabeza de las encuestas se disputan el poder, y la población dijo, solo observan con recelo.
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Algunos votantes murmuraban sobre la división que se palpaba en el ambiente, como si la ciudad misma estuviera partida en dos.
Pero la urgencia de votar superaba cualquier temor. Desde temprano, los soledenses salieron de sus hogares, desmañanados y sin desayunar, con la determinación de marcar una casilla y seguir adelante con su día. La democracia no esperaba, y ellos tampoco.
En la Escuela Telesecundaria Graciano Sánchez, en la colonia La Constancia, en Jardín de Niños Graciano Sánchez en la colonia Expropiación Petrolera y en Escuela general Graciano Sánchez por carretera Matehuala, los votantes ya se formaban. Los funcionarios de casilla, con sus listas nominales en mano, atendían a la gente con paciencia y eficiencia. A su lado, discretamente, algunos elementos de seguridad vigilaban. La discreción era clave, pero todos sabían que la seguridad estaba ahí, como un recordatorio silencioso de los tiempos turbulentos que se viven en el municipio.
La Plaza Citadina, también bañada por la luz matutina, albergaba otra casilla. El calor se hacía sentir, pero los votantes aprovechaban la espera para conversar.
Hablaban de futuro, de sueños, de lo que querían para su país y su alcaldía.
Los funcionarios de casilla sabían que les esperaba una jornada larga y pesada. Entre 900 y 2500 personas figuraban en cada lista de padrón electoral y también todos anhelaban que las elecciones transcurrieran en paz. Que las voces se alzaran sin violencia, que los votos hablaran con claridad.
Así, entre el sol y las sombras, entre la expectación y la urgencia, Soledad de Graciano Sánchez comenzó a escribir una nueva historia y la ciudad se prepara para decidir su destino.