La sequía extraordinaria que azotó Soledad de Graciano Sánchez desde el año pasado ha tenido repercusiones devastadoras para los productores de Flor de Cempasúchil en la región. Según información de varios productores, el 60 por ciento de ellos ha dejado de sembrar, abandonado sus trabajos en la cosecha y vendido sus terrenos para proyectos habitacionales.
Esta crisis agrícola no solo afecta a los agricultores, sino también a la economía local y a la tradición cultural de la región. “La sequía nos dejó sin agua suficiente para regar las flores. No podíamos mantener los cultivos, así que muchos optaron por vender sus tierras”, explicó Miguel Hernández, un productor que lleva más de 20 años en el sector.
Si bien la siembra de la flor, según lo referido por los agricultura, se empieza el mes de abril, la tierra al no tener cosechas durante todo el año pierde fertilidad y funcionalidad, por lo que esperan que al sembrar en el mes de julio, se pueda dar la cosecha aunque sea en un mínimo porcentaje.
Este año, los pocos productores que quedan esperan alcanzar al menos un mínimo de producción. Sin embargo, la disminución en el número de cultivadores de cempasúchil ha generado preocupación. La baja producción no solo afecta el suministro local para las festividades del Día de Muertos, sino que también tiene un impacto económico significativo.
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La situación obligará a los comerciantes y organizadores de eventos a comprar flores de cempasúchil de otros estados, lo que incrementará los costos y podría afectar la calidad y frescura de las flores disponibles. “Nos vemos obligados a importar flores de lugares como Puebla y Morelos. Esto no solo es más caro, sino que también representa un desafío logístico”, señaló Claudia Ramírez, dueña de una florería local.
La pérdida de terrenos agrícolas para proyectos habitacionales también altera el paisaje rural y pone en riesgo la autosuficiencia alimentaria de la comunidad. La migración de los agricultores hacia otros sectores laborales contribuye a la despoblación rural y a la pérdida de conocimientos tradicionales en el cultivo de flores.
“Es triste ver cómo desaparece una tradición de generaciones por la falta de agua. Esta sequía ha cambiado nuestras vidas y nuestro trabajo”, expresó con pesar don Francisco Pérez, uno de los pocos productores que decidió continuar con la siembra, aunque con mucha incertidumbre sobre el futuro.
El impacto de esta sequía extraordinaria dijeron los afectados, subraya la necesidad de implementar políticas de manejo del agua más eficientes y de apoyo a los agricultores para evitar que situaciones similares se repitan y para preservar las tradiciones agrícolas que son parte esencial de la identidad de Soledad de Graciano Sánchez.
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