En las pintorescas calles del municipio de Soledad de Graciano Sánchez, existe un hogar en donde la tradición y la espiritualidad se entrelazan, y en donde la devoción a la madre de Dios doliente cobra vida.
Ahí los colores violáceos, negros y blancos se despliegan como una ola de emociones que anuncian la llegada de la Semana Santa, un hogar ubicado en la calle Guerrero 102, en donde el señor Joel Gómez Soto lleva 50 años realizando un acto de profunda fe y amor: la colocación de un altar monumental en memoria de la madre del redentor y salvador.
Pues la Semana Santa se acerca, y con ella, la creación de altares en honor a la Virgen de Dolores.
Este distinguido habitante de Soledad señaló a El Sol de San Luis su entusiasmo por continuar una tradición que se remonta al siglo XIII.
En el corazón de su altar, la imagen de la Dolorosa se erige como el punto focal de una composición única e indescriptible.
Las lágrimas que adornan el rostro de María brillan como dos esferas que invitan a la reflexión en esta temporada sagrada.
El altar de Gómez Soto se ha convertido en un referente para los soledenses creyentes. Pues cada año, los habitantes se reúnen en torno a esta manifestación de fe, recordando la historia del hijo de Dios que entregó su vida por la humanidad.
Para él, esta devoción es más que una tradición; es un lazo profundo que lleva en lo más íntimo de su alma.
“Me alegra ser parte de algo tan significativo. Este altar es nuestro legado, y lo hemos mantenido vivo durante más de 50 años”, comparte Gómez Soto con una sonrisa.
Este altar, cuenta con todos los elementos simbólicos , una acto que para los creyentes es todo un mosaico de tradición.
Así, en Soledad de Graciano Sánchez, la Virgen de Dolores sigue siendo un faro de esperanza y consuelo para aquellos que buscan la conexión con lo divino.
En cada lágrima de la Dolorosa, en cada vela encendida, reside la memoria de una madre que sufrió y amó profundamente. Y en el altar de Gómez Soto, esa memoria perdura, tejiendo un hilo invisible que une generaciones y trasciende el tiempo.
“Que esta Semana Santa nos encuentre a todos reflexionando sobre la fe, la tradición y el amor que nos une como comunidad”.
El altar de Soledad de Graciano Sánchez es más que madera y flores; es un testimonio vivo de la devoción que sigue ardiendo en los corazones de quienes creen en la madre de Dios doliente.