Soledad de Graciano Sánchez, se despierta lentamente cada domingo. Para muchas familias, el día comienza con la luz del amanecer y la lista de pendientes que no lograron completar durante la semana. En el centro de este ajetreo dominical se encuentran figuras como Rosa Martínez, una madre de dos hijos que se levanta temprano para aprovechar las ofertas del supermercado.
“Los domingos son perfectos para hacer las compras”, comenta Rosa mientras empuja su carrito entre los pasillos llenos de productos. “Trabajo toda la semana y a veces no tengo tiempo para venir al súper. Aquí aprovecho para comprar todo lo que necesito para la semana”.
Mientras Rosa revisa su lista de compras, en otra parte de Soledad, Juan Pérez, un hombre de 65 años, carga su camioneta con cajas de verduras frescas que compró en una bodega de abasto cercana a la cabecera municipal. “Este es el único día que tengo libre”, explica. “Me gusta venir aquí porque encuentro todo más fresco y económico. Además, siempre me encuentro con amigos y conocidos, y eso hace que la experiencia sea más agradable”.
Después de completar las compras, muchas familias de Soledad dirigen su atención al centro del municipio, donde la plaza principal cobra vida con risas y charlas. Los niños corren por el lugar, persiguiendo palomas y jugando en la explanada de la iglesia , mientras sus padres descansan en las bancas, disfrutando del ambiente.
Ana Gómez, otra madre de familia, aprovecha el tiempo en la plaza para reunirse con amigas mientras sus hijos juegan. “Venir a la plaza es una tradición”, dice Ana. “Aquí, los niños se divierten y yo puedo socializar un poco. Además, el jardín es un lugar seguro donde podemos relajarnos”.
Cuando el reloj apunta a las doce del mediodía, el repique de la iglesia de Nuestra Señora de Soledad comienzan a sonar, llamando a los fieles a la misa. Las familias se levantan de sus asientos y se dirigen al templo, donde encuentran un momento de paz y reflexión. La iglesia se llena rápidamente, con personas de todas las edades que buscan un respiro espiritual antes de comenzar una nueva semana.
“La misa del domingo es un momento especial para nosotros”, dice Rosa. “Es un tiempo para agradecer, reflexionar y pedir fuerzas para los días que vienen”.
Al salir de la iglesia, las familias regresan a la plaza, donde los vendedores de antojitos comienzan a instalarse, ofreciendo desde elotes y esquites hasta nieves de diferentes sabores. La tarde se convierte en una celebración de la comunidad, uniendo a las familias en un espacio donde se mezclan el bullicio del comercio y la calma de la convivencia.
Así transcurre un domingo típico en Soledad de Graciano Sánchez, un día que combina las responsabilidades del hogar con el disfrute de la comunidad y la espiritualidad, uniendo a las familias en un ritmo que es a la vez frenético y sereno, característico de este querido municipio potosino.