Soledad de Graciano Sánchez.- Durante 25 años, el señor J. Refugio Oviedo Salazar, se ha desempeñado como trabajador en el panteón “Nuestra Señora del Refugio” en donde realiza desde limpieza, hasta excavaciones, siendo lo más difícil en tiempos de pandemia, que solo un mínimo grupo personas pueden despedir al finado.
Junto a pocas personas, sin tomarse la mano ni abrazarse, y usando mascarillas, es como las familias deben dar el último adiós a sus seres queridos en medio de esta pandemia de acuerdo a las reglas sanitarias emitidas en este y otros panteones de la demarcación, aunque el deceso no haya sido a causa de Covid-19.
Y precisamente sobre estos detalles y su labor diaria en tiempos de contingencia sanitaria, fue entrevistado don Cuco, como es conocido, antes del cierre de los cementerios anunciado el pasado lunes.
En esos días, comentó que aunque en este panteón ya no tiene en venta más espacio para entierros, siempre hay un flujo moderado de personas que visitan las tumbas de los restos mortales de sus familiares que ahí reposan.
En cuanto a los entierros, comentó que desde años atrás familias adquirieron un pedazo de tierra en el camposanto, y son los que han requerido de los servicios de inhumación tras el fallecimiento de una persona durante los últimos meses.
En ese punto, don Cuco de 67 años, expresó que, aunque después de tantos años de trabajar en un cementerio ha observado en muchas ocasiones el dolor de las personas al despedirse de un ser amado, ese sentimiento aumenta porque “los enterramos casi sin nadie, por las medidas sanitarias que debemos de cumplir todos”, indicó.
Y es que, su trabajo diario es desde hacer labores de limpieza, quitar la hierba acumulada entre las tumbas, hasta realizar excavaciones que pueden ser tanto de día, tarde o de noche, así como exhumaciones “es parte del trabajo, ya uno se acostumbra, pero sí, es pesado”, apuntó.
“Me siento muy contento de servir a los finaditos, trabajo con mucho agrado, tengo el gusto de darles cristiana sepultura, ayudar en el descanso que ya merecen”, expresó al compartir que el próximo mes de diciembre, cumplirá un año más como trabajador en este camposanto, en donde ha visto por años la presencia de personas que acuden a limpiar las tumbas o recordar el cumpleaños o aniversario luctuoso de sus familiares fallecidos.
Cuestionado sobre alguna anécdota que le haya ocurrido en estos años al interior del panteón, don Cuco compartió a los lectores de El Sol de San Luis que, en principio, es muy creyente de Dios, “tal vez por eso, sí escuchó voces que son como muy angelicales, las oigo muy delgadas, muy bonitas, me hablan por mi nombre, y ya estoy acostumbrado, de repente les digo ‘ya estás bien, quédate en el lugar que Dios ha destinado para ti’, así les digo, como si estuviera hablando con personas”, relató.
Don Cuco reiteró que no siente miedo, siempre se encomiendo a Dios antes de entrar, y sea Él quien limpie el camino si alguien está acechando, concluyó.
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