Alma Karina: la fuerza detrás del volante en las tolvas de Soledad

“Al principio fue difícil, muy difícil. Muchos me decían que este trabajo no era para mujeres, que no lo iba a aguantar. Pero aquí sigo, aprendiendo cada día”

Alejandra Ruiz / El Sol de San Luis

  · viernes 25 de octubre de 2024

Nahum Delgado / El Sol de San Luis

En bulliciosos caminos de Soledad Graciano Sánchez en una de esas colonias donde el ruido del motor de las tolvas rompe el silencio de la mañana, Alma Karina Ramírez se sube a su puesto en la parte trasera del camión recolector. Ella, con una sonrisa que desmiente el cansancio acumulado de un trabajo duro y exigente, ha encontrado su lugar en un mundo donde pocos se imaginan ver a una mujer.

Alma no siempre pensó que terminaría aquí, en las largas jornadas de recolección de basura, saltando de esquina en esquina bajo el sol o la lluvia. Pero la vida, como las calles de Barranca Larga, el barrio donde creció, la fue llevando por caminos inesperados. “Empecé hace un año, más o menos”, cuenta Alma mientras mira a lo lejos el siguiente punto de recolección. “Al principio fue difícil, muy difícil. Muchos me decían que este trabajo no era para mujeres, que no lo iba a aguantar. Pero aquí sigo, aprendiendo cada día”.

Nahum Delgado / El Sol de San Luis

Sus manos, endurecidas por el trabajo, no cuentan la historia completa. Es su voz la que revela el desafío diario de equilibrar su vida como madre soltera de cuatro hijos con las largas jornadas en las tolvas. “Mis hijos son mi motivación. Todo lo que hago es para que ellos vean que sí se puede, que no importa que seas mujer o lo difícil que parezca, puedes salir adelante”, dice mientras ajusta los guantes antes de volver al camión.

En Las Lomas Perdidas, una colonia famosa por sus empinadas calles y curvas cerradas, Alma no es solo una trabajadora más. Es un rostro conocido por los vecinos, quienes la saludan amablemente desde las ventanas y le agradecen por el servicio. “La mayoría de la gente es buena, te tratan bien, te bendicen incluso. Pero también hay quienes te miran raro, como si una mujer no pudiera hacer este trabajo. Me han dicho cosas, algunos hombres, como que me busque otro trabajo. Pero yo siempre les digo que sí se puede, que ser mujer no significa que no puedas hacerlo”.

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Alma, en su lucha diaria, no solo ha superado las barreras físicas de un trabajo pesado, sino también las sociales. “He aprendido mucho de mis compañeros. Ellos me han apoyado desde el principio, aunque al principio algunos dudaban de mí. Pero aquí estamos, trabajando juntos, y ya hasta le agarré cariño a esto”.

Cuando le preguntan si algún día imaginó estar donde está, Alma responde con una sonrisa tímida pero segura. “No, la verdad nunca pensé que me gustaría tanto. Es pesado, claro, pero ya me acostumbré. Me encanta el contacto con la gente, aunque a veces no sea fácil. Hay días buenos y días malos, como en todo”.

El turno de Alma comienza temprano, a las 6 de la mañana, cuando el sol apenas asoma entre los tejados de La Meseta Vieja. Trabaja dos turnos seguidos la mayoría de los días, porque sabe que cada peso cuenta para el futuro de sus hijos. “Es difícil, sí. Entre el trabajo y la familia, a veces no queda tiempo ni para respirar. Pero se sobrelleva. Ellos van a la escuela mientras yo trabajo, y eso me da fuerzas”.

Cuando el día termina y el camión recorre la última calle de Los Pinos Caídos, Alma se siente satisfecha. Sabe que, aunque el trabajo es pesado y a veces invisible para muchos, está abriendo camino no solo para ella, sino para sus hijos y para todas las mujeres que, como ella, se enfrentan a la idea de que hay trabajos que no están hechas para ellas.

“Todo se puede”, dice Alma con determinación. “El hecho de ser mujer no significa que no puedas hacerlo. Al contrario, es una motivación más. Y si yo puedo, cualquier mujer puede”.

Su historia, como los senderos de las colonias que recorre, está llena de curvas y obstáculos. Pero Alma, con su sonrisa imparable y sus ganas de ser un ejemplo para sus hijos, sigue adelante, día tras día, en las tolvas de la ciudad.