Tras la promesa de que en la semana que terminó habría un operativo para ordenar el comercio en los alrededores del mercado “de los huaracheros”, en la zona todo sigue igual, con ambulantes y los mismos establecidos obstruyendo el paso de peatones.
Y es que, desde hace años, los alrededores del citado mercado -que en realidad se llama mercado Moctezuma”- se invadieron de mercaderes informales con la protección de organizaciones y la complacencia de autoridades municipales que, ahora esperan ordenar la zona.
Sin embargo, y a pesar que se había prometido que habría una intervención en la zona como parte del ordenamiento del Centro Histórico, el desorden siguió este fin de semana, inclusive con tumultos por la presencia de más posibles compradores por las aparentes ofertas del Buen Fin.
Aunque por las noches los pasajes y alrededores de los “huaracheros” y hasta la explanada Ponciano Arriaga luces limpios por la obligación del retiro de estructuras, lonas y otros objetos, por el día se dificulta el paso de peatones.
Y es que entre los tradicionales reparadores de calzado, el comercio en vía pública y los estantes del comercio establecido que saca a la calle para hacer competencia, ya muchos prefieren rodear la zona.
Desde zapaterías que todavía sobreviven con la venta de calzado económico que exhiben por montones fuera de sus establecimientos, o las estructuras de comercios de ropa, se han sumado al comercio callejero, a sabiendas que están prohibido hacerlo. Sus establecimientos, literalmente, están convertidos en simples bodegas.
Pequeños espacios donde se preparan alimentos, conviven con negocios de todo tipo de mercancía, incluyendo la venta de cigarros de dudosa procedencia y, sobre todo, artículos “made in China”.
Mientras, el abandono de las casetas del mercado “de los huaracheros” cada día es más notable. Las que están abiertas, son ocupadas para la venta de ropa y son contados los negocios que sobreviven con la venta de calzado.
Es, entonces, todo una aventura poder atravesar y llegar de la avenida Reforma y Moctezuma hasta la explanada Ponciano Arriaga, más cuando comienza a oscurecer y el escaso alumbrado y nula presencia policiaca hace que el trayecto para cualquiera sea de completo terror.