El arte del corte y el peinado han tenido constante evolución, sin embargo la tradicionalidad y las bases siguen presentes en la sapiencia de José Ángel Balderas Rivas, peluquero desde hace más de 50 años.
Su Peluquería Impala incrustada en el primer perímetro del Centro Histórico, sobre la calle independencia, se ha convertido en un espacio icónico para aquellos que buscan un buen corte de cabello.
Balderas Rivas cuenta que en este oficio se empieza desde cero, cómo aprendiz, ávido de conocimiento y entusiasta de salir adelante.
"Comencé como "chícharo" a los 13 años de edad, en una peluquería por Tequis y Carranza. Mi maestro fue Genaro Morán Puebla. El "chícharo" es quien es el aprendí del peluquero, y hacían servicio de limpieza, boleaban zapatos, les traían chicles y cigarros a los clientes y veían el trabajo del maestro para aprender el oficio", compartió.
Así fue como este peluquero comenzó a adentrarse al mundo de las cabelleras deslumbrantes, las barbas recortadas y los cortes limpios y tradicionales.
Este oficio, comenta Balderas Rivas requiere de una limpieza y técnica muy especial, para que el cliente salga del servicio arreglado, bien presentable pero sobre todo con un corte distinguido.
Cada cliente de esta peluquería, requiere una atención personalizada, en dónde Balderas Rivas utiliza herramientas especiales para cada tipo de servicio que le solicitan.
De ellas, las que más utilizan este peluquero son las navajas, tijeras especiales para todo tipo de cortes, peines, cepillos y por supuesto una máquina tradicional para delinear.
El costo por cada servicio varía, pues la clientela es tan diversa que no todos necesitan la misma atención. Durante estos más de 50 años de trabajo en la peluquería, el señor Balderas Rivas ha conocido todo tipo de clientes, mismos que siempre vuelven y algunos de ellos a pesar del tiempo continúan acudiendo con el fascinados por la maestría de sus tijeras.
"Tengo clientela desde hace 30 ó 40 años, aunque muchos de ellos fallecieron por el Covid. Sin embargo, sus hijos y nietos acuden conmigo a qué les haga un buen corte. Se puede decir que atiendo hasta tres generaciones de clientela en mi peluquería",.explica.
Balderas Rivas enfatiza que hay que distinguir entre la barbería y la peluquería, pues refiere que la barbería únicamente está encaminada a recortar y delinear la barba, no más. Y la peluquería engloba, la autenticidad de cortes, el trabajo de máquinas de mano, toallas calientes y rasuradoras.
"Ahorita los "barbers" son la moda y estudian cuatro meses y ya son barberos, pero no son peluqueros. El trabajo de ellos consiste en meter máquina, pero cortes clásicos no saben hacer", dice.
Este oficio, que sobrevive a través de los años, le ha dejado grandes enseñanzas y gratificaciones a este peluquero.
Una de ellas es que la clientela siempre regresa, pues e un oficio tan noble, que "se puede llegar al local sin un centavo y al llegar la noche ya se tiene algo de ganancia para salir adelante".
Para persistir en este tipo de negocios, Balderas Rivas considera que es brindar la atención adecuada, priorizar al cliente y ser amable. "Cómo dice el dicho 'no todos los que chiflan son arrieros' y aunque haya barbers y peluqueros todo consiste en el buen trabajo que uno realice".
Así es como el transcurso de los años no desgastan el filo de sus tijeras, ni la habilidad de sus manos diestras, tampoco su capacidad de atender las necesidades de su clientela.
Aquí en Peluquería Impala permanece la memoria de aquellos cortes elegantes y pulcros que exponen la calidad que ofrece este sitio hace más de medio siglo.