Ser cerrajero requiere de tolerancia y calma; precisión, la clave

Pasaron los trabajos al minuto, porque ahora les toman segundos, afirma Guillermo, con el oficio de toda su vida. Lleva en la sangre un legado de trabajo y empeño que él y su familia han sacado con mucho esfuerzo

Alejandra Ruiz | El Sol de San Luis

  · viernes 18 de diciembre de 2020

Juanita Olivo | El Sol de San Luis

Dos generaciones entre cerraduras y llaves de latón, anteceden a don Guillermo Alonso Sotelo de 54 años de edad, cerrajero de toda la vida y quien desde hace 24 años de manera fija ofrece sus servicios en su icónico local ubicado en la calle Morelos, en el tradicional Mercado de La Merced.

Metódico y meticuloso, el señor Guillermo traza las bifurcaciones y hendiduras de cada llave que llega a sus manos, un oficio que le fue heredado de su padre Felix Alonso García y quien a su vez lo aprendería de su abuelo José Alonso Castañeda.

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“Este trabajo lo conocí desde la infancia. Fui aprendiz durante 15 años y luego cerrajero avanzado. A mi me enseñó mi papá y a mi padre le enseñó mi abuelo en la época del 1900. Mi abuelo era de oficio cerrajero, le gustaba y la manera en la que trabajaba era completamente distinta a la de ahora”.

Cada llave que elabora este sabio cerrajero parece poseer identidad propia por sus formas, tamaños y relieves, donde el sonido de la máquina es la composición perfecta, que advierte que el trabajo del señor Guillermo ha comenzado.

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Pero para este proceso tuvieron que pasar décadas, no sólo de enseñanza, sino también de avances en la industria, pues de las maneras de trabajar con llaves y cerraduras, este aplicado cerrajero tuvo que aprender desde la más antigua técnica, hasta la más compleja y modernizada.

“Mi abuelo realizaba el trabajo de manera artesanal, no existía la soldadura. El proceso se llevaba a cabo con un método de tres partes, en el cual se unía el “paleton”, “la cabeza” y un tubo con un fundente que se llamaba “altincar”, polvo que se aventaba al fierro caliente y hacía que se unieran las piezas”. Ya después se lijaba y pulía todo el trabajo. Ese tipo de herrajes aún se conservan en el municipio de Armadillo de los Infante, así como la cerradura y las bisagras. De igual forma ese tipo de cerraduras se ven en los pueblos mágicos o antiguos y, anteriormente se les denominaba “cerradura de gorja”.

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Y como todo, con el tiempo estos procedimientos fueron evolucionando por la llegada de nuevos productos, diseños y por supuesto la demanda de la clientela, “Las llaves antiguas solían ser muy incómodas para quien las traía. Por ello con los años se fueron haciendo más estilizadas y fueron llegando a México llaves fabricadas en bronce, a las cuales se les da la forma y características necesarias para su buen funcionamiento”.

Estas transformaciones que se fueron dando con el tiempo -según indica Guillermo- también fueron cambiando las formas y material de las llaves, incluso su uso. “Antes las llaves estaban hechas de otros metales para hacerlas más fuertes, ahora el latón es la base de todas ellas”.

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Sus usos se fueron diversificando y de llaves y cerrajería ya hay de todo, ya no sólo para el hogar, sino también el desarrollo industrial y automovilístico ha influido de sobremanera en el trabajo de este cerrajero. “Lo que ahorita se solicita mucho en cerrajería, son las llaves automotrices las cuales utilizan un chip. Ya no es como hace años, ahora cada llave tiene un sistema inmovilizador que previene el robo de los autos estacionados, una característica obligada por las aseguradoras de carros. Repararlas y hacerlas tiene su complejidad, pues no todos los carros tienen la misma llave, ni el mismo funcionamiento”.

Para ello Guillermo se ha preparado a través de todos estos años de oficio para así poder enfrentar cualquier complejidad que le exija su trabajo. Cursos a nivel local y nacional han formado sus nociones en la labor que desempeña, pero este cerrajero insiste en que el oficio básico que aprendió de manera tradicional desde pequeño le ha ayudado a conocer a profundidad esta rama de servicio.

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Los “duplicados al minuto”, ya no existen, pues se ha desarrollado tanto el trabajo de la cerrajería que las llaves ya se elaboran en cuestión de segundos. Guillermo afirma que el desarrollo para realizar su trabajo requiere más celeridad, sin embargo su nivel de concentración y análisis tiene que ser el mismo e incluso hasta más profundo, pues al dar forma a las llaves o reparar alguna cerradura le requiere aplicar todo un método.

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“Aún nos llegan llaves antiguas y el proceso es como el de hace años, se les da forma desde cero en una plaquita de latón. Hoy las llaves actuales ya vienen en una base y sólo se detallan con herramientas especiales como máquinas duplicadoras, o lineales que son para hacer las llaves que utilizan en las casas, candados y carros antiguos. Otras son máquinas de “regata” que utilizamos para elaborar las llaves para automóviles europeos y las de “puntos” que sirven para chapas de alta seguridad, donde las llaves requieren perforaciones para su uso. Para abrir alguna chapa o candado se utilizan herramientas de mano y el proceso por ende es más largo”

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Esta maquinaria que emplea se utiliza como un torno pequeño y mecánico, donde Guillermo dispone cada llave sobre un guía y va delineando o cortando la forma de la llave solicitada. Este trabajo ya sólo le toma unos segundos, pero el nivel de concentración es el mismo. Y en herramienta manual se utiliza una muy variada, como la utilizada para apertura de chapa, como la “tetra”, “tubular” y “philips”; también limas, desarmadores, pinzas y taladros.

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En completo silencio, él se dispone a elaborar una llave y menciona al mismo tiempo que la concentración y paciencia son el punto clave para realizar una buena pieza, o bien, abrir una cerradura. “Este oficio requiere la solución de problemas al instante, por eso la clientela que viene casi siempre está estresada o tiene prisa. Uno tiene que aprender con el tiempo ha ser de ayuda y saber sobrellevar la presión que se tiene encima. Hacer el trabajo lo mejor posible y no caer en desesperación porque sino no sale el trabajo, ser cerrajero requiere tolerancia y calma”.

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Los trabajos que más le solicitan son duplicaciones de llaves para todo tipo, ya sea para puertas de algunos hogares, para componer la llave de algún coche o bien hasta para abrir candados que requieren de ciertas combinaciones de seguridad. “En un trabajo cualquiera de cerrajería, la precisión es la clave de todo”.

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En costos por trabajo realizado varía, pues hay llaves que se realizan en segundo y el costo puede ser desde los 35 pesos o menos, hasta los más elaborados que requiere un tiempo determinado y un proceso especial que pueden llegar a costar en cantidades cientos de pesos. En apertura de chapa o cerradura depende el tipo, marca y ubicación de la clientela, el precio dependerá del nivel de complejidad que le requiera a Guillermo abrirla, componerla o hasta suplirla.

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El oficio de este analítico cerrajero es esencial, por ello su negocio se mantiene abierto todo el día por casi doce horas, pues sabe que siempre habrá un cliente que necesite de su sapiencia en la cerrajería para solucionar cualquier tipo de percance.

Guillermo toda su vida ha sido cerrajero, lleva en la sangre un legado de trabajo y empeño que él y su familia han sacado con mucho esfuerzo adelante. Con él (y otros hermanos) se llega a la tercera generación de los cerrajeros Alonso, oficio que le ha traído gratificaciones importantes.

“Este trabajo me ha dejado la satisfacción de ver el rostro de la clientela contenta con lo que hago y la reciprocidad de su parte. Seguir con el trabajo que nos heredó mi abuelo y mi padre es lo más importante para mi, por eso aquí seguimos presentes en un oficio que nos ha dejado experiencias maravillosas”, finalizó.

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