En el área de la salud, los servicios y la atención médica son realizados en más de un 80% por mujeres, entre ellas las enfermeras, quienes desempeñan una labor muy importante dentro de la historia médica y humana que se desenvuelve dentro de los hospitales.
Hoy día ser enfermera se ha convertido en más que un reto, pues además de tener que cumplir con las responsabilidades y atenciones que requiere cada paciente, se enfrentan a una crisis pandémica que las ha obligado a superar sus más grandes temores y hacer de ellos una lucha para salir adelante.
Tal es el caso de Martha Velazco de 48 años de edad, perteneciente al municipio de Charcas, S.L.P, quien se desempeña como enfermera en el Hospital Rural IMSS No. 15, y que además cumple ya 27 años de profesión.
Esta valiente mujer, sería parte de las cientos de miles de enfermeras que hoy día se encuentran en la línea de batalla atendiendo a pacientes que luchan contra el temible Covid-19.
Al inicio de la pandemia, Martha sería redirigida a laborar dentro de un área Covid-19, lo que le conllevaría a cambiar toda su rutina familiar y personal entorno a los cuidados que debían de tener para evitar cualquier posible contagio, -pero lamentablemente esto no sería suficiente-.
“Sí, tuvimos que transformar nuestra forma de convivencia. Los cambios iniciaron desde la entrada de mi casa donde dispuse un tapete desinfectante, me cambiaba los zapatos, la ropa de manera constante al salir y entrar a mi hogar”, refiere
Martha recalca que toda esta rutina de autocuidado no sólo la realizaba por estar dentro del “covitario” sino que, a sabiendas de que en cualquier parte se puede tener contacto con el virus, la prevención es la manera más idónea para evitar algún tipo de contagio. “El contagio no está solamente en el hospital, el virus se encuentra en todos lados: en la calle, en las tiendas en cualquier superficie y como hay personas que no atienden los protocolos de cuidado por ello hay que tomar medidas preventivas”.
Sin embargo, después de ingresar y llevar largas semanas como enfermera de área Covid-19, Martha presentaría síntomas preocupantes que la alarmarían y la llevarían a solicitar atención médica oportuna.
Un día me dijeron en el área de Covid-19 que me fuera directamente a Triaje, porque ya llevaba los síntomas, no podía hablar, tenía tos, fiebre, dificultad respiratoria y que no estaba del todo bien. Me realizan la prueba, salgo positiva para coronavirus y me aíslan
“A los once días después del diagnóstico, me empecé a sentir peor. Ya no me levantaba, ni me sostenía. Solo me ponía de pie para ir al baño y tomar una ducha; también tenía mucha fiebre. Después de tener una frecuencia cardiaca de 78 tuve que acudir al hospital”, comenta Martha.
Después de todo el viacrucis que enfrentó en su salud, a Martha se le realizaría una placa de tórax para conocer el estado de sus pulmones, pues la falta de oxigenación y el cansancio que esto le provocaba le impedía llevar una calidad de vida normal. Sería entonces que la llevarían directamente con un médico especialista, donde reafirmaron el complejo y preocupante estado de salud que le dejaría algunas secuelas en sus vías respiratorias.
“No sentí miedo, pero sí preocupación. Sé que como enfermera y al realizar mi vocación no estoy exenta de que me pase algo. No obstante fue una situación difícil de superar. Esta enfermedad es muy traicionera, no sabes si en cualquier momento te vas a poner peor, afecta todo tu sistema inmunológico. En todo este proceso perdí un total de 11 kilos de mi peso corporal”.
Los efectos secundarios que le ocasionó la presencia del SARS-Cov-2 en su organismo, no le han permitido volver a su trabajo de manera inmediata, “Apenas me recupero poco a poco. Llevo cuatro meses de rehabilitación pulmonar, acudo a estas rehabilitaciones a la clínica 50 del IMSS. Me han hospitalizado más de cinco veces en todo este proceso de recuperación y aunque ya estoy dada de alta, tengo que continuar con los protocolos de cuidados”.
Hoy la enfermera Martha sigue incapacitada debido a los estragos que dejó el virus del Covid-19 en su cuerpo. “No todo es malo, ya puedo platicar, pues antes ni las palabras me salían por las complicaciones respiratorias de esta enfermedad. Ya puedo caminar y todo se lo debo a la buena atención médica y a la disciplina que tengo con todos los tratamientos que he realizado”.
Después de esta lucha contra el coronavirus y el trance derivado del malestar que le ocasionó este contagio, Martha agradece a la vida seguir de pie y adelante. Además reconoce la labor de sus compañeras que día a día se enfrentan a la incertidumbre que causa este temible virus.
“Yo le pediría a las personas que continúen con los cuidados, que se sigan protegiendo, porque del otro lado estamos nosotras enfrentando una situación compleja que vulnera nuestra vida y la de nuestras familias. No es fácil estar en un área Covid-19. Mis compañeras enfermeras ponen mucho esfuerzo y cuidado para no contagiarse. Pasan horas con trajes protectores, con gafas, con caretas y cubrebocas. Se entregan por completo para estar al pendiente del bienestar de los pacientes”.
“Hoy soy yo una de las tantas enfermeras que padecemos las secuelas de este virus. Esto es un recordatorio de que nuestra profesión no es fácil, pero nuestra vocación hace que nos entreguemos por completo, incluso si nuestra integridad física se ve vulnerada. Todo por nuestros pacientes. Hacer frente al Covid-19 es una situación compleja, es vencer los temores, es tener la fuerza necesaria para estar presente y a la disposición de quien lo necesita. Es ser una con el paciente”.
Martha es compasión y valentía, su experiencia y su labor le hacen honor a su traje de enfermera que porta con toda la responsabilidad y que le requirió ser el apoyo de pacientes en el área Covid-19 de su lugar de origen y que hoy, esa competencia profesional la pone a prueba para salir adelante de una situación compleja de salud. Martha es y será la empatía de la bata médica.