Esperar en urgencias y a las afueras de las clínicas hospitalarias, se ha convertido para quienes no tienen acceso a servicios médicos particulares, hacer de la atención de salud pública una afrenta a la adversidad que significa la expectación de saber sobre la salud de sus seres queridos.
Este es un panorama que se refleja a diario a las afueras del Hospital Central Dr. Ignacio Morones Prieto, dónde decenas de personas se mantienen inamovibles en este sitio atentos a cualquier indicación que llegue de manera apresurada e intempestiva por parte de las y los médicos que ahí laboran.
Y es que, aunque este hospital fue remodelado y rehabilitado para una mejor atención médica, los familiares de pacientes que aún continúan hospitalizados tienen que esperar a las afueras de este nosocomio para que les den a conocer el parte médico.
"Aquí yo llevo más de un mes, mi hijo se accidentó y lamentablemente le han hecho algunas intervenciones. No nos podemos mover de aquí porque de repente los doctores salen sin avisar y si uno no está ya no se enteró qué necesita su familiar. La mayoría de la veces salen también para pedir medicamentos que no tienen", explicó don Rubén Guel.
En total son unas 32 familias las que ya hicieron de la calle Doctor Salvador Nava y Niño Artillero un espacio para poder recibir noticias de sus enfermos, comer y hasta pernoctar.
Muchas de ellas enfrentan las inclemencias del tiempo, duermen en el piso y todas ellas también están vulnerables ante la inseguridad de esta zona por la noche.
Algunas otras familias han podido costear casas de campaña para resguardarse por la noche y quién no tiene acceso a esto, duerme sobre la banqueta con algunos cobertores .
Sobre los alimentos y la solvencia económica que necesitan para mantener a sus familiares hospitalizados, es un tema casi inexistente, juntan las monedas que les quedan en sus bolsillos las cuales utilizan para comprar el poco medicamento que les piden para sus pacientes, o bien aditamentos médicos, cómo jeringas, vendas, gasas y hasta pañales.
"Cada familia que está aquí tiene su historia, pero si nos comparamos, tenemos algo en común, somos pobres, de otras localidades y no contamos con ningún tipo de ayuda", señaló la señora Estela Navarro.
En cuanto a la posible ayuda que reciben, testimonios rebelan que aunque no es mucha, son muy significativos los momentos en los que otras personas piensan en ellos.
"Hace días vinieron del DIF estatal a darnos algo de comida. Pero no es a diario y tampoco están tan presentes, vienen más de asociaciones o familias a compartir con nosotros lo poco que tienen y eso es muy significativo para nosotros, que otros se quiten lo que tienen para dárselo a quien lo necesita", apuntaron.
Aunado a esto, comentan que el comedor y Estancia del hospital central también les ha sido de mucha ayuda, pero lamentablemente ante la falta de coordinación de este nosocomio para dar los partes médicos, muchas familias tienen que quedarse en las puertas de urgencias para estar al pendiente de lo que refieran los doctores que atienden a sus pacientes.
"Muchos van al comedor, pero otros tantos nos quedamos aquí esperando. Yo pienso que la ayuda también debe de llegar aquí, a la calle donde estamos la gente más necesitada", compartió Carolina Estrada originaria de Villa de Reyes.
Una situación que refleja la construcción burocrática dentro de los hospitales y que a pesar de pertenecer a un sistema público de salud, aún mantienen alcances débiles para una atención humana tanto para el paciente como para sus familires.