A lo lejos en la sierra al poniente de la entidad, una camino de terracería guía a todo ferviente perteneciente de las comunidades de Capulines, San José de Buena vista y Guadalupe Victoria, a un recinto religioso de gran majestuosidad desértica: la Iglesia del Santuario del Desierto de Nuestra Señora de Guadalupe, ubicada en el Valle Buenavista, camino a Mexquitic de Carmona, S.L.P.
Una pequeña ermita consagrada a San Juan Bautista, fue edificado a principios del año 1635, a consigna del padre Juan Barragán Cano. Pero no fue hasta el año 1735 según las inscripciones realizadas en las piezas de cantera que forman parte de las torres del Santuario, que comenzó la construcción de lo que hoy es esta ermita.
Con el pasar del tiempo además de ser un punto de referencia para aquellos devotos católicos de la entidad, hoy día también es un sitio de interés turístico para todo aquél que gusta de realizar caminatas y disfrutar de la espectacular postal que ofrece la ubicación de esta Iglesia.
Asimismo, este santuario también elevado al culto de María Santísima de Guadalupe, está repleto de historias distintivas que la han hecho resonar en la entidad y por las cuales muchos foráneos la visitan con mucha curiosidad. Robos de arte sacro, murales desaparecidos y el supuesto olvido en el que se encuentra, son algunos de los temas que han hecho eco también en los fervientes religiosos, quienes además insisten que esta iglesia debería ser considerada patrimonio material e histórico de la Ciudad de San Luis Potosí.
ARTE SACRO Y ARQUITECTURA
El frente de este Santuario es sencillo, a diferencia de muchos templos de la capital, donde las canteras empotradas, fustes labrados y hornizas distintivas del barroco anuncian con majestuosidad la presencia de estos espacios religiosos.
No obstante, el ambiente desértico que rodea a esta Iglesia la hace distintiva. En la entrada, en la parte superior del arco, se pueden distinguir fácilmente las iniciales MVR con una corona, que significan: María Virgen y Reina del Cielos. Dos campanarios y una cúpula sobresalen a lo alto. Cinco nichos en forma de concha dan la bienvenida a los visitantes y feligreses. En estas hornizas se encuentran dispuestas cinco piezas elaboradas en cantera morada, las cuales hacen referencia a San Luis Rey de Francia, de San Miguel Arcángel, San Nicolás Tolentino y en la cúspide la Virgen de Guadalupe, por mencionar algunas de ellas. Sin embargo, estas esculturas sacras en cantera no son las originales, éstas se perdieron o fueron destruidas en la época de la Revolución Mexicana según lo indican algunos cronistas del Estado.
Dentro de este recinto, un inmenso retablo barroco se encuentra empotrado en el fondo de la nave central de la iglesia. Éste cuenta con tres niveles, su banco elaborado en madera es sencillo, en el primer cuerpo de piso sobresale la imagen icónica de la Virgen del Tepeyac, en el segundo cuerpo, en su pulsera algunos óleos de siglos pasados se distinguen, y en su ático, sus fustes de madera con terminaciones en hoja de oro resplandecen, por la gran ornamentación barroca que da forma al ábside de este pequeño templo.
En este retablo es notorio que están dispuestos algunos óleos que hacen alusión a la vida de María, siempre virgen. Una de ellas la más distintiva y mencionada por todos, la realizada por Lorenzo de Piedra (1625), donde algunos señalan que es de las imágenes religiosas más antiguas del País.
DEVOCIÓN
Es domingo, y el sol de medio día es el testigo de los devotos que se dan cita de manera tradicional para visitar este Santuario. Como Concepción Guadalupe, residente de Guadalupe Victoria, quien recuerda con emoción su historia familiar con este recinto religioso. “Son muchos los recuerdos, yo llegué a venir con mis padres y abuelos cada domingo a este Santuario. Ahora lo hago de manera esporádica, porque este sitio ya se encuentra muy olvidado, después de la muerte del padrecito Juanito -que resonó mucho en la comunidad-, además de la desaparición de dos murales dentro de este lugar, dejamos de venir de manera frecuente. Esos murales eran muy distintivos hablaban del fin del mundo y el castigo que recibirán los pecadores, lástima que ya no están, nunca supimos quien los elaboró.
También supimos que se desecharon algunos óleos icónicos de esta iglesia, y con ello -pienso yo- se llevaron la imagen distintiva de este templo, poco queda de aquellos tiempos donde la imagen de esta ermita era vibrante y repleta de magnificencia”.
De igual manera Paty Luis, de la comunidad de Capulines, quien desde hace más de 20 años visita este templo, rememoró aquel hurto que hizo mella en la comunidad católica de la también conocida Iglesia del Desierto. “Recuerdo que fue a principios de los años 90, cuando robaron la imagen de nuestra querida Virgen, la cual duró bastante tiempo extraviada. Para los que somos grandes fervientes este hecho marcó nuestra devoción. Tiempo después reapareció, y dicho acontecimiento originó una gran peregrinación donde todos los creyentes caminamos hasta que la dispusieron en su lugar.
Hay muchos rumores que mencionan que dicha imagen se vendió en el mercado negro, que es un réplica, que jamás volvió la imagen original que ahora la tiene guardada un empresario, de esos ricos de allá de la Capital. Pero pa’ saber”, refirió.
Para José Nuñez, quien dice visitar este lugar por la increíble aura que rodea al santuario, le preocupa la desaparición de desierto y con ello el abandono de la Iglesia, “Ya no es como antes, aqui ni caminos había, ahora ya hay algunas carreteras que pasan cercanas aquí, se han construido algunas casas, con permiso de quién, no se sabe. Este lugar es mágico, y tiene un misticismo increíble, se combina la devoción y amor a Dios, con lo increíble de la naturaleza que lo rodea, alguien debería protegerlo. Y ni que se diga de lo maravilloso que esto luce cada 12 de diciembre con la tradicional peregrinación en honor a la Virgen de Guadalupe. Cientos de familias vienen desde su lugares de origen a rendir tributo a la virgencita, sin duda un sitio repleto de esplendor”.
Y como una voz que clama en el desierto, este icónico Santuario llama al misticismo de la naturaleza y, a la ferviente devoción de potosinos y visitantes. Ya sea cada misa de domingo, o bien en la tradicional peregrinación de diciembre, en este lugar converge una historicidad religiosa única, que atrae hasta los no creyentes, gustosos de conocer un sitio donde el sol se desdibuja con el cielo, donde esta ermita parece un espejismo de la sierra, que se percibe a leguas de distancia.