Un cerco de puestos ambulantes esperaba puntual la representación del taller de cultura de la iglesia de San Juan de Guadalupe, que este viernes como lo ha hecho por 57 años consecutivos, llevó a cabo su principal puesta en escena, la Pasión Viviente.
Eran ya las tres de la tarde del Viernes Santo y decenas de personas esperaban frente a la iglesia de San Juan de Dios; a diferencia de otros años, esta vez el clima fue más benévolo y el sol quemaba poco menos, pero eso no fue impedimento para que vendedores de los llamados “toreros”, ofertaran sombreros y sombrillas "para que no se me asolee", así como bolis y paletas de hielo.
A las tres en punto se hizo el primer uso del micrófono para entregar reconocimientos a quienes durante varios años han colaborado para realizar la obra, el primero de ellos fue para el padre Antonio García Rivera, y a él siguieron actores, creadores de los escenarios y quienes se han dedicado a pedir aportaciones para poder costear los gastos de esta escenificación.
El padre Antonio García llamó a que esta tradición continúe y perdure a través del tiempo, con mejor escenario, vestuario y actores, aunque aclaró que ello no significa que los que actualmente hay no sean buenos, sino que siempre hay que aspirar a mejorar.
A las 3:20 de la tarde una carcajada con tonos de maldad rompió el silencio, era Samuel, el llamado judío errante, celebrando la aprehensión de Jesús el nazareno.
A él siguió la aparición de Jesús, quien fue llevado ante Poncio Pilatos para ser juzgado, sin embargo fue liberado y enviado ante Herodes, quien después de burlas y humillaciones al llamado rey de los judíos, optó por enviarlo nuevamente ante Pilatos tachándolo de loco.
La representación continuó y Pilatos se lavó las manos previo a que se diera lectura a la condena de Jesús: ser crucificado en la cruz que él mismo cargaría hasta la cumbre del Gólgota, junto a dos ladrones “como ejemplo y escarmiento de todos los malhechores”.
Momentos como las burlas de Herodes, los azotes a Jesús, y el momento en que Samuel le rompió un jarro en la cara, conmovieron a los espectadores, que incluso calificaban como un exceso lo que veían sus ojos.
Las escenas llevaron a las lágrimas a algunos de los presentes, sobre todo a niños que no alcanzaban a dimensionar que se trataba de una representación teatral.
Luego de los pasajes más representativos y las tres caídas de Jesús, finalmente llegó la crucifixión; la pólvora anunció la muerte de quien se dice, entregó su vida a cambio del perdón para los hijos de Dios.