"¿Quién mandó matar a Jesús?" Preguntó una madre a sus hijos, "los malvados", respondió uno de ellos, "Poncio Pilatos" le corrigió la mujer, aunque apegándose al relato bíblico, habría que recordar que fueron los mismos sacerdotes judíos quienes pidieron que fuera juzgado y crucificado.
Cumpliendo una tradición de más de medio siglo, este viernes se llevó a cabo la representación de la Pasión Viviente en el barrio de San Juan de Guadalupe, donde por simple apariencia se pudo juzgar una asistencia menor que en otros años en cuanto a espectadores.
Eran las 3 de la tarde y el sol pegaba a plomo, los actores del Taller Cultural de San Juan de Guadalupe salieron a escena y comenzó el relato de las últimas horas de Jesús; encadenado, fue presentado ante Poncio Pilatos, quien aconsejado por su esposa se negó a juzgarlo y lo envió ante Herodes.
El Rey de Judea también se negó a juzgarlo, sólo fue humillado colocándole una túnica "de los reyes de teatro", y tachándolo de "loco", lo envió nuevamente ante Pilatos, quien lavándose las manos lo condenó a ser crucificado en el monte del Calvario.
Llegaron los primeros azotes a Jesús sobre su espalda desnuda, y entre los espectadores se escucharon frases como "ya no quiero que le peguen", "ya que lo dejen, pobrecito".
La representación llegó al momento cúspide en donde Jesús fue crucificado mientras los soldados romanos echaban suertes para repartirse sus ropas; el rostro afligido fue igual entre adultos mayores y menores de edad, entre quienes incluso se pudo observar a una niña persignandose.
Como lo relata la Biblia, Jesús fue atravesado por una lanza para asegurarse de que había fallecido, y entonces comenzó a escucharse entre el público "¡mira, una cruz!". A un costado de Jesús una pequeña nube había tomado esta forma, no era suficiente para proteger de los intensos rayos del sol, pero sí para causar asombro entre los presentes.
El cuerpo sin vida fue bajado de la cruz y entregado en los brazos de María; así concluyó la representación que gracias al esfuerzo de sus habitantes, se ha vuelto emblema no sólo del Barrio de San Juan de Guadalupe, sino también de San Luis Potosí.