La meningitis es una enfermedad que puede dejar daños permanentes e incluso producir la muerte, y es más común en las primeras etapas del desarrollo infantil.
El 24 de abril de cada año se conmemora el Día Mundial de la Meningitis; al respecto, la Secretaría de Salud informó que durante el 2021 ingresaron 15 personas a hospitalización para el tratamiento de esta enfermedad, en su mayoría hombres.
El tratamiento de esta enfermedad es casi siempre hospitalario y en unidad de cuidados intensivos, ya que suele requerir tratamiento agresivo, monitorización completa y en la mayoría de los casos, ventilación asistida.
Lo más común es que la meningitis aparezca en las primeras etapas del desarrollo infantil, sobre todo cuando los niños no son vacunados en el período estipulado de los primeros seis años de vida, sin embargo, la enfermedad puede ser transmitida a cualquier edad, por algunos agentes contagiosos como son: En los niños, puede ocurrir por trasmisión de algún contagio a través de la mucosa de la boca o la respiración; en la población joven o adulta, puede ocurrir por medio de la tos, el beso o ingerir alimentos o bebidas que hayan sido tocadas por una persona infectada.
Entre las causas más comunes de la meningitis están las infecciones virales, seguidas de las infecciones bacterianas y, en raras ocasiones, las infecciones por hongos y parásitos. También puede aparecer por reacciones químicas, alergias a medicamentos, y algunos tipos de cáncer; es esencial identificar la causa de la enfermedad para su tratamiento adecuado.
Las complicaciones de la meningitis pueden ser graves. Cuanto más tiempo se pase sin recibir tratamiento para la enfermedad, mayor es el riesgo que existe de sufrir daños permanentes, tales como: la pérdida auditiva, problemas de memoria, problemas de aprendizaje, daño cerebral, convulsiones, insuficiencia renal e inclusive la muerte.
Por ello es importante acudir al Centro de Salud más cercano ante cualquiera de los siguientes signos o síntomas en recién nacidos: Fiebre alta, llanto constante, somnolencia o irritabilidad excesiva, inactividad o pereza, falta de apetito, vómitos, una protuberancia en la parte superior de la cabeza y rigidez en el cuerpo y el cuello.
Entre los adultos o mayores de 2 años los síntomas pueden variar y manifestarse con: fiebre alta repentina, rigidez en el cuello, dolor de cabeza intenso, náuseas o vómitos, falta de concentración, convulsiones, somnolencia o dificultad para caminar, sensibilidad a la luz y falta de apetito.