El desarrollo del arte es esencial para la sociedad , es una arma de conocimiento, un poderoso instrumento de cambio para el ser humano; el arte como toda ideología demarca y expone vínculos con el pueblo, de todas las clases, con el fiel objetivo de que el hombre y mujer como herramienta creadora reflejen, reinterpreten y resignifiquen su realidad.
Pero, qué pasa con los individuos que se encuentran privados de su libertad, cómo se utiliza el arte como recurso de reinserción social y de rehabilitación, cómo es la mirada creadora de la población reclusa ante los programas de educación artística que llegan a la vida carcelaria.
El maestro y artista Luis Manuel Sánchez Leija , alias “El Baa”, platica para El Sol de San Luis, acerca de su experiencia en el CEPRERESO, como tallerista y docente en el area varonil y femenil, donde actualmente dirige los cursos de gráfica y dibujo para usuarios pertenecientes al centro penitenciario, “A veces estos programas artísticos, parecería que tienen un tinte de asistencialismo, de querer llenar un hueco, querer colgarse lo meritorio cuando dices que por un dibujo ayudas a la reinserción. La verdad lo que se necesita es una participación integral, estrategias docentes, personales e individuales para poder abordar ese tipo de campos, tiene que haber un genuino interés de relacionarse con el otro, por ejemplo con el dibujo, lo que yo trato de hacer en este tipo de talleres, es vincular algo que tenga una relación para ellos, que les sea útil , porque el dibujo al final de cuentas, elabora un nexo de mirar y mirarte distinto, un devenir otro, o comenzar a esbozarlo”
“Si lo pensamos, estos individuos , con estas características, conciben el mundo y tiene un imaginario colectivo que está delimitado por este espacio de fronteras, por discursos alienantes que están dirigidos para las personas privadas de la libertad, que les hace construir sus propios relatos con los que se relacionan e identifican con ciertas etiquetas”, indicó Sánchez Leija.
El contexto social que rodea al recluso (a), los aspectos que envuelven el conflicto que significa vivir en hacinamiento y el por qué´ de su ingreso a este recinto penal, no son ajenos para “El Baa” , “Si bien por algo están ahí, por algo es la situación, por una parte se habla del hecho de no juzgarlos, pero también es necesario reconocer y que ellos mismos reconozcan que hay algo punitivo en lo cual están inmersos, y que al final de cuentas les toca pagar, pagar en cantidad tiempo, cantidad trabajo, esfuerzo, dolor, sufrimiento, pero también en alegría, pues no todo es sufrimiento en estos espacios”.
El adentrarse a estos espacios de vida interna, para algunos podría resultar una experiencia caótica y abrumadora, pero para el maestro Leija ha sido develadora y reflexiva, apunta “En mi primer momento fue interesante llegar, los veía como un grupo más, con conflictos. Trabajar con ellos es muy fácil, debido a que se encuentran en contención y tienen que cumplir ciertas normas, al final de cuentas este tipo de talleres les ayuda a obtener una carta de reconocimiento para los trámites de liberación”
“La participación de los talleres es muy baja, a veces oscilatoria, pues depende de las necesidades e intereses de ellos, ya que muchas veces los reclusos le llaman terapia ocupacional a las clases que se les otorgan, la relación con ellos es así”.
“Ellos tienen sus propias formas de relacionarse, muy distintas, mismas que están atravesadas por temas como la muerte, la prisión, el dolor y las ganas de querer ser libres, en ocasiones se muestran cohibidos o retadores, es un flujo continuo y lo entiendo, pues las condiciones de encierro permean la subjetividad de estos individuos”.
La rehabilitación y reinserción a través del arte, tiene una importancia primordial de humanizar el entorno que enmarca la vida carcelaria, Luis agrega, “Yo lo que trato de hacer y me interesa mucho es crear un espacio de charla y reflexión, a mí me da un panorama para seguir analizando las condiciones de encierro de estos sujetos, para así reconocer que son individuos, para no martirizarlos, ni sobrehumanizarlos, algunas personas llegan a desdibujar el delito, y eso es un error, porque es borrar parte de la historia del individuo y su relación con lo que hace”.
La participación y comunicación del interno (a), es una parte esencial en este tipo de talleres que les permiten expresar su emociones y sentimientos presentes, “Siempre se les cuestiona acerca de lo que sienten y que han reflexionado acerca de lo que hicieron, algunos son evasivos, es difícil hablarlo para ellos, porque mucha gente los agarra como objetos interesantes de morbo”
“Los muchachos en ocasiones, comentan que ven mucho los noticieros, pero dicen que solo hablan de los baches, y que nunca se habla de los muertos, platican mucho sobre la llamada “barredora” (muerte de consumidores de droga por parte de los cárteles), y de noticias que se enteran por las visitas que reciben, también conversan acerca de sus ideales de vida, qué harán cuándo se encuentren en libertad, cómo van a recuperar a su familia , pero también existen los que sin pena alguna mencionan que reincidirán”, señaló el maestro.
Se sabe que el arte genera actitudes positivas, desarrolla y evoluciona al ser humano, los esbozos y dibujos del alumnado penitenciario del maestro Leija son un ejemplo de ello, muestran
una mirada intimista de la vida en reclusión y cómo se perciben individualmente dentro de las cuatro paredes de la penitenciaria ; el arte sin embargo no es del todo la solución , solo es la vía para que puedan cerrar el ciclo vicioso de la reinserción, “Es necesario generar espacios consolidados desde adentro, con personas interesadas, que le den un seguimiento al programa, para valorar el trabajo que ellos realizan, su importancia gráfica, narrativa y vivencial, darle voz a su imaginario, a la identidad y percepción que tienen sobre ellos mismos y su forma de diálogo”, finalizó el maestro.
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