Preparatorias del SEER se unieron a celebraciones de Día de Muertos

Este año se dedicaron los altares a figuras reconocidas de la educación local como Alejo Rivera Ávila, ex líder sindical de la sección 26 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación

Patricia Calvillo / El Sol de San Luis

  · sábado 2 de noviembre de 2024

Patricia Calvillo / El Sol de San Luis

Instituciones de educación media superior que pertenecen al Sistema Educativo Estatal Regular (SEER) como cada año, participaron en la exposición de altares del Día de Muertos, donde homenajearon a la comunidad docente que ya partió de este mundo. El evento fue inaugurado por el director general de ese organismo educativo, Crisógono Sánchez Lara.

Como cada año Se proyectaron los materiales que se utilizan en las cuatro regiones de San Luis Potosí para participar en estas tradiciones del pueblo de México. Este año se dedicaron los altares a figuras reconocidas de la educación local como Alejo Rivera Ávila, ex líder sindical de la sección 26 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, SNTE.

Patricia Calvillo / El Sol de San Luis

Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), aproximadamente el 55 por ciento de la población en México celebra el Día de Muertos, ya sea en casa o en eventos comunitarios. Muchas instituciones, tanto públicas como privadas, también instalan altares como una forma de preservar y celebrar la cultura mexicana.

El altar de Día de Muertos es una de las tradiciones más representativas de México y tiene sus raíces en las prácticas prehispánicas de culturas como la mexica, maya, purépecha y totonaca. Estas culturas creían en la existencia de una vida después de la muerte y honraban a sus muertos con ofrendas y rituales para ayudar a sus almas en el viaje al inframundo, conocido como Mictlán en la cosmovisión mexica.

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En tiempos prehispánicos, las ofrendas a los muertos se realizaban en diferentes épocas del año, pero en general, estas civilizaciones creían que los difuntos seguían un largo camino hacia el Mictlán, y cada nivel de este inframundo exigía que las almas fueran fortalecidas y acompañadas con ofrendas, como alimentos, objetos personales y otros elementos. Los rituales incluían comida, flores y otras ofrendas para honrar a los fallecidos y darles lo necesario para su viaje.

Con la llegada de los españoles en el siglo XVI, esta práctica se fusionó con las festividades cristianas del Día de Todos los Santos y el Día de los Fieles Difuntos (1 y 2 de noviembre, respectivamente).

Los elementos de los altares que utilizaron fueron las flores de cempasúchil, velas y veladoras, papel picado, fotografía de los difuntos, comida y bebida típica de la huasteca potosina, sal, agua, y las tradicionales calaveras de azúcar.