El relajamiento de las medidas sanitarias durante “El Buen Fin”, incluyendo el uso del cubrebocas -que solamente se porta al momento de ingresar a algún establecimiento-, pudo verse desde las largas filas para los cajeros automáticos o para pagar los artículos comprados.
No hay sana distancia y, a pesar de la disponibilidad, la mayoría de las veces la botella de gel antibacterial está de simple adorno; el esfuerzo del personal de muchas tiendas por controlar el acceso y obligar a los clientes a respetar los protocolos se va de su alcance.
El semáforo epidemiológico en verde parece haber dado mayor seguridad a los compradores que todavía este lunes, aprovechando el día inhábil, acudieron atraídos por las presuntas ofertas de muchos negocios; lamentablemente, las medidas sanitarias se relajaron.
Aunque una mayoría de quienes este fin de semana acudieron al centro de la ciudad lo hicieron con cubrebocas, parece que lo hicieron más por el hecho de ser un requisito para ingresar a los establecimientos comerciales, y no por cuestiones de salud.
Fue posible observar a paseantes, incluyendo niños y adultos mayores, con el cubrebocas en la barbilla y no colocado correctamente. Además de las fila en los cajeros, compradores también debieron formarse para poder ingresar a determinados establecimientos, principalmente aquellos con productos con descuentos derivados del “Buen Fin”; empleados obligaron a sus clientes a respetar las medidas sanitarias que, a su vez, les ordenan las autoridades sanitarias.
Contrario al año pasado, cuando la pandemia fue más severa con “El Buen Fin”, esta vez no fue notable la presencia ni de inspectores municipales, ni sanitarios para revisar que en los establecimientos se contara con señalética, extintores, botiquín para primeros auxilios, salidas de emergencia, entre otros, y sobre todo se atendieran las medidas de salud por todos conocidas.