La contaminación, deforestación y cambio climático son algunas de las amenazas a las que se enfrentan las aves, y algunos de estos factores podrían incrementar el riesgo a enfermedades infecciosas como la malaria aviar, una enfermedad causada por parásitos que infectan directamente las células rojas de la sangre y otros tejidos de las aves.
Las estudiantes del Doctorado en Ciencias Ambientales del IPICYT, Larissa Ortega Guzmán y Patricia Zaldivar Ortega, dentro de sus proyectos de doctorado estudian el grado de infección por estos parásitos y su relación con cambios en el medio ambiente como la pérdida y degradación del hábitat a causa de las actividades humanas (tala, agricultura, ganadería, entre otras).
A decir de su investigación, indican que estos fenómenos pueden incrementar el riesgo de transmisión e infección de la malaria aviar en algunas especies de aves e incluso podrían fomentar la aparición de parásitos más virulentos; se habla de que la malaria aviar puede llevar a ciertas especies de aves al borde de la extinción local.
¿Qué es la malaria aviar?
Larissa Ortega explica que se trata de una enfermedad parasitaria exclusiva de las aves transmitida por insectos que se alimentan de sangre, como los mosquitos y algunas especies de moscas. Se conocen más de 200 especies de parásitos de malaria aviar, a los cuales se les llama parásitos Hemosporidios (granular/granulado y sangre) que hace referencia a la apariencia granulosa de estos parásitos en la sangre.
Los géneros más comunes de malaria aviar en el continente americano son Plasmodium y Haemoproteus. Su distribución está asociada a la de los mosquitos y moscas que los transmiten, por lo que la malaria aviar es más recurrente en la región tropical, donde la temperatura y humedad son aptas para la presencia, permanencia y proliferación de ambos.
Por su parte, Patricia Zaldivar agrega que las aves pueden presentar síntomas como anemia por la destrucción de células rojas, pérdida de apetito y peso, complicaciones respiratorias y debilidad general.
“Esto se ve reflejado en un aumento del estrés, una reducción de la capacidad reproductiva y, en los casos más severos, la muerte. Las aves que sobreviven mantienen una carga moderada de parásitos en su cuerpo de manera permanente, la cual puede aumentar nuevamente cuando las aves comienzan a reproducirse en primavera y verano, las estaciones más calurosas y húmedas del año”, indica la doctorante de Ciencias Ambientales.
En su investigación, han descubierto que el riesgo de infección puede incrementar en algunas especies como resultado del Cambio Climático (CC), ya que los parásitos de malaria aviar y sus transmisores son favorecidos por los incrementos de temperatura, ambientes en los que se reproducen con mayor éxito.
Otro efecto del CC en aves es que ciertas especies se están desplazando hacia lugares que mantienen las condiciones de temperatura y humedad que les favorecen. A la par, se desplazan los parásitos de malaria aviar que estas aves traen y los insectos que los transmiten, los cuales están colonizando nuevos lugares.
Las estudiantes del IPICYT concluyen que la mejor manera de mitigar el impacto de esta enfermedad en aves silvestres es conservar los hábitats que les sirven de refugio y mejorar las prácticas de las diversas actividades humanas en el entorno que las rodea, reducir la contaminación, exigir que los estudios necesarios antes de modificar un hábitat natural sean éticos y realizados por personal calificado y mejorar nuestras políticas económicas y ambientales, lo cual fortalecerá los esfuerzos de conservación.