El retiro de personas en situación de calle que se apropian de la zona donde están la Plaza de la Democracia, Plaza del Milenio y la Plaza de Ciudades Hermanas, en el Centro Histórico, parece ser cuento de nunca acabar; apenas se les retira y, a los pocos días, vuelven a instalarse; otros, solamente ocupan para ingerir bebidas embriagantes o consumir drogas, como lo demuestran los desechos que dejan abandonados.
De acuerdo con la Dirección de Gestión Ecológica y de Manejo de Residuos del Ayuntamiento capitalino, se acude con frecuencia a retirar montoneras de basura en esas plazas que abarcan entre avenida Reforma Uresti, desde Julián de Los Reyes a Arista, de Arista a Venustiano Carranza, de Venustiano Carranza a la calle Francisco I. Madero, y un tramo más que abarca de Madero a Agustín de Iturbide, siendo este último donde con más frecuencia se retira a supuestos indigentes, que se ocultan bajo un pequeño puente.
Sin embargo, es literalmente todo el espacio de las plazas conjuntas las que suelen ser escondite hasta para quienes consumen alcohol u otras sustancias, dado lo frondoso de la vegetación, las altas jardineras o las bardas que les permiten pasar desapercibidos.
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En alguna ocasión, dado lo fastidioso que resulta el retirar a personas que pernoctan en esa área, se consideró derribar bardas y jardineras, y convertir el espacio en una zona más abierta, a la vista de todos. La idea no ha prosperado hasta el momento.
En una visita a las citadas plazas, se pudo notar que entre los restos de basura hay botellas de alcohol, ropa inservible, envolturas de alimentos y otros desechos; de momento no se observó presencia de indigentes, pero sí evidencia que al menos uno de ellos está habitando, de nueva cuenta, bajo el “puentecito”, entre las calles de Madero e Iturbide.
El grafiti y daño a esculturas instaladas en las tres plazas –no hay que olvidar el robo de la estatua de La Sirena, nunca recuperada- dejan ver la falta de vigilancia en todo ese tramo entre Reforma y Uresti que abarca desde la calle Julián de Los Reyes hasta Agustín de Iturbide, y más porque continuamente ha sido objeto de vandalismo en su alumbrado público para que deliberadamente permanezca a oscuras.
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