Un panteón miniatura es el escenario de pequeños sepulcros y mini ofrendas, que se han elaborado con las manos creativas de Manuel Alejandro Mares Aguilar, de 7 años de edad y quien cursa el tercer grado de primaria.
Desde hace cinco años este pequeño se volvió un maestro de la maquetación, gracias a la inventiva de su padre, quien en plena búsqueda de una actividad recreativa para compartir tiempo en familia, encontró en la Lucha Libre y la construcción de escenarios en pequeño formato, un espacio idóneo para poner a trabajar su imaginación.
Hoy su inmenso e infantil imaginario le ha permitido a Manuel, llevar su pasión por lo diminuto a la celebración tradicional del Día de Muertos, pues con un gran entusiasmo ha creado -a pequeña escala-, una ofrenda para los difuntos de su familia.
“Yo tengo desde los 2 años ayudando a mi papá y mamá a realizar este tipo de creaciones. Como no conocí a mi abuelita, esta mini ofrenda se la dedicamos a ella y a la vez a todos los miembros de la familia, en esta ocasión lo haremos a mis bisabuelos María Reyna y Sotero Flores, Abuelitos Amalia Flores Reyna y Roberto Mares López, Mis tíos abuelitos: Teresita Flores Reyna, Guadalupe Flores Reyna y José Silva, Virginia Flores Reyna y Celso García, Adolfo Castro, prima Hortencia, de los cuales cuatro de ellos fallecieron durante los meses de septiembre y octubre de este año”.
Y es notorio que Manuel se entusiasma al platicar de su trabajo. Pues fueron semanas de planificación, además dedicó horas para armar las pequeñas piezas que conforman su tributo funerario. “Como tengo clases virtuales y catecismo sólo lo hacía el fin de semana, pero tengo desde agosto haciendo cada una de las partes del altar y del panteón. Le dediqué un total de más de 72 horas a esta pieza”.
Cartón, resistol, pintura y modelados en miniatura, como jarrones, frutas, veladoras y hasta el tradicional papel picado, son las piezas que conforman su ofrenda. Donde además no podían faltar las imágenes de sus familiares y por supuesto los figurines de lucha libre, que tanto le gustan.
“Utilicé para realizar la maqueta de la fachada del Panteón “Santa Cecilia” mdf, resistol blanco, alambre y pedazos de mdf para barandal y portón; vinil barnizado para cuadros de fotos de familiares, arcilla para la elaboración de teja, mdf para ladrillos. Pintura y arcilla para moldear las flores de cempasúchil, alfeñiques para comida y tubitos de plástico para simular las velas”.
Cabe señalar que las ofrendas en miniatura, tienen diversas singularidades y una de ellas es que las familias que las elaboran, parten de una temática para que éstas se distingan.
Es por eso que el trabajo de Manuel Mares llama la atención, puesto que la mayoría de los “mini altares” o “mini ofrendas” no pasan de los 20 centímetros de espacio, la de este infante aventurero tiene una longitud de 1 metro 20 cm por 1m.
“Yo quería hacer algo de la película de “Coco” ya que me encanta mucho porque se ve a “El Santo” y llora cuando cantan la canción de “Recuérdame”. Pero me decidí por el Panteón de Santa Cecilia en pequeño, así como un altar de muertos con sus diversos niveles y alfeñiques de toda la familia”. “También coloqué las tumbas de mis abuelos y algunos luchadores, con sus monitos y flores de cempasúchil”, refirió con emoción Manuel.
Pero no todo es alegría, a este pequeño artista le conmueve esta tradición ancestral, pues sabe lo doloroso que puede ser decir adiós a un ser amado. A su corta edad es consciente de que la muerte no es una situación grata, sin embargo esta experiencia le ha dejado gratificaciones significantes.
“Me siento triste porque no llegué a conocer a algunos familiares”, y esas palabras se evidencian en su mirada. Cuando Manuel empieza armar su ofrenda y a montar el altar de muertos, su rostro cambia, solemne dispone cada pieza que elaboró con sus propias manos. Ha sido mucho el esfuerzo, el tiempo y la dedicación a cada detalle en este proyecto.
Pero es la unión familiar la que lo motiva a honrar en el recuerdo de todas aquellas personas que ya no se encuentran en el plano de lo terrenal.
“He podido conocer más nuestras tradiciones y poder festejarles a nuestros difuntos como se merecen. Ahora sé qué les gustaba, cuál es su música favorita y los platillos que ellos comían. El 2 de noviembre mis papás cocinarán mole estilo puebla y decoraremos con papel picado todo”.
Manuel y su trabajo son el ejemplo de que estas nuevas generaciones, pueden mantener vivas las tradiciones ancestrales, que el respeto a la muerte debe estar presente en el día a día, pero sobre todo que el Día de los Muertos no sólo es celebración, sino también un momento de reflexión y memoria, para recordar y honrar a aquellos que partieron.
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