“Le dije a Dios y a la Virgen de Guadalupe, si no son para mí, llévatelas, pero que ya no sufran”… Es la historia de Reyna Aguilar Hernández, una joven madre que vivió, vive, y seguirá viviendo, el dolor más grande que un ser humano puede sentir; la muerte de sus gemelas.
El 1ero de febrero del 2018, será una fecha que jamás olvidará… Reyna, abrió su corazón al El Sol de San Luis, y narró el capítulo más difícil de su vida, mientras tocaba el cristal de las dos lapidas, en donde descansan los restos de sus pequeñas: Palomita y Renatita.
Una neumonía atípica, acabo con la vida de sus hijas cuando apenas cumplían 2 años y 10 meses… juntas llegaron y juntas se fueron, relató la madre que hoy, sobrevive “con la fuerza que ellas me dejaron”.
En la celebración de los fieles difuntos, Reyna y su familia, acudieron al panteón El Saucito… De la bocina de un celular, escuchaban aquella canción de la autoría de Juan Gabriel: “amor eterno”… no paraban de llorar.
Reyna, su madre María, sus hermanos y sobrinos, tomados de la mano, observaban las tumbas, que adornaron con flores de múltiples colores… dentro de los cristales se pueden apreciar fotografía de ambas pequeñas, sus juguetes, su comida, y las golosinas que acostumbraban pedir.
“Todos los días me pregunto porque me paso esto a mí, yo lo único que quería, era que ellas se quedaran conmigo”, dijo sin contener el llanto...
Paloma Guadalupe, enfermó primero y Renata Alejandra días después… pasaron un mes en el hospital luchando su vida; pese a los esfuerzos de los doctores, nada se pudo hacer y el primero de febrero a las cinco de la mañana, llegó el primer golpe, “Palomita se había ido con Dios”, tres horas más tarde, Renata también perdió la batalla, contra aquella neumonía que los médicos, definieron como “silenciosa”.
“Se les hizo todo, había días buenos, días malos, fue un mes difícil, todo el mes de enero, en esa semana que ellas se fueron, dijeron que ya estaban mucho mejor, lamentablemente no, un lunes me dicen que ya estaban bien, y el miércoles mi niña la mayor, cae en paro cardiaco y después se fue la menor”.
¿Cómo se puede seguir?, le pregunte durante la breve entrevista a esa madre que hace 10 meses perdió a sus únicas dos hijas, sus gemelas: “se sobrevive con las fuerzas que ellas me dieron, porque mis dos nenas lucharon hasta el final, porque sabían que su madre las quería, pero hasta que las solté, ellas eran muy fuertes”, concluyó la plática, pues el dolor la quebró, y ya no pudo seguir.
Ésta es una, de las tantas historias que guarda el cementerio ubicado sobre la Calzada Fray Diego de la Magdalena en la Capital potosina, en donde un espacio, fue destinado para que descansen, únicamente, los restos de “los angelitos”, que a su corta edad, terminaron su misión en la tierra.