Bares y cantinas del centro de la ciudad, cuya mayoría había reabierto desde mediados de agosto pasado tras cumplir con protocolos exigidos por autoridades sanitarias, fueron cerrados esta semana por inspectores de la Unidad de Gestión del Centro Histórico.
A pesar de los reclamos de muchos propietarios y encargados de tales negocios que días antes habían recibido el visto bueno de personal de la Secretaría de Salud, los inspectores municipales exigieron el cierre por contravenir disposiciones sanitarias.
Inclusive, en algunos casos, amenazaron con infracciones y clausuras si después de la notificación mantenían abiertas sus puertas. Los avisos se dieron el lunes, martes y miércoles, pero todavía este jueves había sitios con sus puertas abiertas, por lo que se ignora si cuentan con algún permiso especial.
En algunos casos, con toda la pena, el personal de los bares y cantinas debieron desalojar a sus clientes, algunos de los cuales se alistaban para consumir su comida o estaban a espera del servicio. En otros, operaron a puerta cerrada, con la clientela que ya estaba dentro.
Las quejas se originaron no solamente por la supuesta preferencia con varios establecimientos, sino también por la descoordinación entre autoridades, ya que mientras las sanitarias les habían autorizado abrir el municipio les exija cerrar.
Apenas la semana pasada inspectores de salud acudieron a realizar revisiones físicas en tales negocios, se les hicieron recomendaciones y finalmente dieron el visto bueno para seguir operado.
Se cumplen con los protocolos, como el uso de gel antibacterial, tapetes desinfectantes, uso de cubrebocas, mantenimiento de sana distancia –que obligó a la cancelación de algunos espacios y retiro de mesas- y la presencia de menos clientes; inclusive, la mayoría debió invertir en remodelar espacios.