Ni la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios, COFEPRIS, ni la Comisión Estatal de Protección Contra Riesgos Sanitarios, COEPRIS, han girado ningún tipo de alerta en contra de tomar previsiones ante la aparición del deltacoronavirus porcinos, el cual fue detectado por primera vez en Estados Unidos en el año de 2014 durante un brote de diarrea en cerdos de Ohio y desde entonces ha aparecido en varios países.

Hace cinco días, investigadores de la Universidad de Ohio, Estados Unidos y de la Universidad de Utretcht de Holanda, catalogaron como una posible amenaza para toda la especie humana la aparición de este virus porcino que ya tenía antecedentes en el año de 2012 en China.

Hasta ahora, ninguna de estas dos dependencias del ámbito federal y estatal tienen conocimiento de una alerta y mucho menos la han emitido.

Los científicos han hablado sobre esta enfermedad, y refieren que los porcinos que padecen esta enfermedad manifiestan vómitos y diarrea aguda, y aún no hay contagios a la especie humana, sin embargo se cree que se ha dado un contagio en aves que habían sido analizadas antes que la especie porcina.

La preocupación se cimenta en “los coronavirus emergentes” ya que éstos pueden afectar a los animales y a su vez atacar a los humanos.

En la información que circula en la unión americana se ha sostenido que se busca averiguar si los cerdos son capaces de transmitir infecciones a los pollos o viceversa y éstos a los humanos.

Cabe referir que entre las enfermedades zoonóticas de los cerdos se encuentran la Fiebre Aftosa que sucede a causa de la transmisión del virus de la familia picornaviridae que se genera por la bacteria Brucella suis que llega a provocar un aborto contagioso en hembras y orquitis y artritis en machos. Así también por la mala preparación de los alimentos se pueden presentar enfermedades parasitarias como la Ascaris suum que es una lombriz intestinal y o la aparición de Cysticercus Cellulosae o Tenia, que es un parásito de cuerpo largo y aplanado de color blanquecino, formado por muchos anillos y que puede medir desde milímetros hasta varios metros; se adhiere al intestino del ser humano y se alimenta de lo que se come, absorbiendo los alimentos a través de la superficie del cuerpo.