Hasta en la vacunación por Covid-19 claramente se observó que las cuestiones de género siguen imperando en el cuidado de las personas adultas mayores, en las largas y cansadas filas para esperar la vacuna sólo se veía a mujeres cuidando de sus padres.
Los hombres acompañando a sus familiares de la tercera eran escasos de ver, y en el caso de los que estaban ahí, se les veía enojados, molestos, impaciente y hasta gritándole a sus ancianitos.
En México, la mayor parte de las responsabilidades de cuidar a los ancianos recae sobre la familia, pero especialmente en las mujeres que voluntariamente cuidan a sus seres queridos; y en las filas que había en la ciudad se comprobó qué siguen siendo las principales encargadas del sector adulto.
A decir de los estudios internacionales sobre el tema, se indica que las mujeres son cuidadoras informales de sus familiares, ya que son las que tienen mayor responsabilidad, dedicación, coraje, paciencia y fuerza de voluntad para desarrollar esta actividad que en muchas ocasiones es muy difícil.
Tradicionalmente se ha dejado a la mujer con el rol de cuidadora de familiares mayores cuando éstos envejecen en sus hogares. Se estimaba que en el 2015 había 18 personas de cada 100 con posibilidad de brindar cuidado, aunque con la tendencia acelerada de envejecimiento de la población, las cifras van aumentando.