Con fe en que “la vida no termina, se transforma”, este sábado fue despedido monseñor Luis Morales Reyes, arzobispo emérito de San Luis Potosí.
La Catedral Metropolitana en la que por años ofició misa, se convirtió este sábado en la última morada del arzobispo emérito Luis Morales Reyes, quien falleció el viernes después de una larga lucha contra el cáncer; el mismo viernes llegó al recinto eclesiástico en donde fue velado por el arzobispo Jorge Alberto Cavazos Arizpe, el arzobispo emérito Jesús Carlos Cabrero Romero, sacerdotes, religiosas y feligreses.
Como un recordatorio de lo efímero de la vida, al recinto llegaron familias que habían reservado la fecha para realizar bautizos, y dado lo ocurrido, tuvieron que trasladar su ceremonia religiosa a un costado de la Catedral; así, mientras algunos celebraban el inicio de una vida, otros honraban la conclusión de 87 años de quien fuera el segundo Arzobispo de San Luis Potosí.
La ceremonia religiosa fue presidida por el arzobispo Jorge Alberto Cavazos Arizpe y el arzobispo emérito Jesús Carlos Cabrero, acompañados por los clérigos de la Diócesis; a pesar de que durante su obispado Morales Reyes fue cercano a diversas figuras políticas, sólo hicieron los honores de despedida a través de arreglos florales.
Transcurrida casi la mitad de la liturgia, arribó a la Catedral el ex gobernador Marcelo de los Santos Fraga en compañía de su esposa Guillermina Anaya, quienes con sobriedad tomaron un lugar entre los sacerdotes para escuchar el resto de la misa.
La ceremonia inició con la ofrenda de la vestimenta, báculo y mitra que portó en vida monseñor Luis Morales Reyes, también hubo un espacio para hacer una semblanza de su trayectoria; un sacerdote venido de Tacámbaro, Michoacán, rememoró sus primeros años en el servicio religioso, donde se hizo cargo de la Pastoral Social y después del Seminario, además de encabezar el Plan Diocesano e impulsar la construcción de la que hoy es la casa de los seminaristas.
En su caso, el padre Gabino Medina Portales, quien fue su secretario por siete años, destacó que durante su tiempo como arzobispo de San Luis Potosí, recorrió más de 300 comunidades y 200 casas de religiosos y religiosas; lo calificó como un hombre trabajador que impulsó la rehabilitación de la Catedral Metropolitana, la Casa Juan Pablo para sacerdotes retirados, y la Casa de la Caridad Hogar del Migrante.
También lo describió como un hombre “mariano” por su devoción a la Virgen, inclusive señaló que fue llamado a la presencia de Dios en un día “muy bonito”, en referencia a que su fallecimiento ocurrió el Día de la Candelaria.
Concluida la ceremonia religiosa, el Arzobispo emérito fue sepultado en la cripta de la Catedral, donde descansan los restos de otros obispos.