Mientras hagas el bien, ¡qué importa el género!

Ser Muxe, fue llamada desde el vientre. Soy mujer transgénero, y eso, es más que un sentimiento, porque es saber “quién sé es”: Cony del Carmen

Alejandra Ruiz | El Sol de San Luis

  · miércoles 13 de mayo de 2020

Desde hace cuatro años, es que decide por fin atreverse a vivir como una mujer que abraza su identidad cargada de feminidad, para así mostrarse al mundo / Alejandra Ruiz

En una pequeña comunidad, que se pierde entre las colindancias del estado de Veracruz y Tabasco, nació hace 50 años, Cony del Carmen Pérez Osorio, Lic. en Enfermería, ahora mujer trans, segunda hermana de seis hijos de la familia Pérez Osorio, quien desde 1990 reside en la ciudad de San Luis Potosí.

Originaria del Istmo de Tehuantepec, Cony del Carmen, comparte para El Sol de San Luis, la concepción de nuevos géneros pertenecientes a la comunidad LGBTTTIQ, como lo son las mujeres transgénero.

Alejandra Ruiz | El Sol de San Luis

Desde el vientre de su madre, el tercer género la había llamado, “¡Muxe!” fue el grito que resonó durante el parto, una historia mística y humana a la que Cony hoy abre sus puertas.

Ser Muxe y mujer transgénero para Cony es algo habitual, debido que en la comunidad indígena zapoteca a la que pertenece, consideran un privilegio al llamado también tercer sexo.

“Ser Muxe dentro de mi comunidad es aceptable. Muxe en dialecto zapoteco significa “bendecido por Dios”, entonces una familia que tiene una persona como yo, es una señal de bienaventuranza, porque además por tradición somos las que nos hacemos cargo del bienestar de la familia y el cuidado de los padres”.

Es así como esta enfermera instrumentista, rompe con todos los roles que la heteronormatividad impone, abriéndose camino también dentro de una sociedad machista que señala a quienes no cumplen con el orden simbólico dominante de género que limita la libertad de otros.

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“Yo fui afortunada porque mi cultura me lo permite, pero en San Luis Potosí, a mi llegada, fue otra la situación. Sólo podía mostrarme como lo que soy, una mujer, en fiestas, eventos y reuniones, eran los únicos momentos en los que podía vestir y ser yo”, señaló Cony.

A partir de hace cuatro años, es que ella decide por fin atreverse a vivir completamente como una mujer que abraza su identidad cargada de feminidad, para así mostrarse al mundo. “Lo comenté con mi familia, les comuniqué que ya había decidido vivir como mujer y me apoyaron por completo. Mientras una haga bien a los demás, creo que la distinción de género no importa. Afortunadamente he sido aceptada, tanto por las personas que están bajo mi cuidado, como quienes solicitan mi trabajo médico. Desde que decidí vivir como mujer trans no he tenido ninguna muestra de rechazo”, indicó.

A lo largo de su vida, Cony siempre supo que este sería su destino, como todo niño que escapa de los estereotipos y que su inocencia no distingue, ni reconoce de sexos, géneros e identidades, ella como muchos, comenzó jugando a las muñecas, anhelando algún día utilizar zapatillas de tacón alto y utilizando toallas para simular tener el cabello largo, ahí supo que era y sería Muxe, para después convertirse en mujer trans.

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“Desde el vientre nuestra madres nos eligen, en el instante en que nuestras madres dan a luz, ya han decidido tener un hijo Muxe, al momento de pujar la madre contrae el estómago y contiene en el esofago el grito que determina que nacemos destinados para ser el tercer género, grita “Muxe”, esto fue lo que pasó conmigo y ha marcado mi vida para siempre”.

Para Cony del Carmen ser Mujer Transgénero es más que un sentimiento, es una transformación en la visión del mundo y las acciones, es saber quién “se es”, no solo proyectar feminidad y exponer una vestimenta, es también no desconocerse ni anularse de ninguna manera. “Anhelaba muchas cosas, pero ser Trans era una de mis metas. Ser mujer trans no sólo es la búsqueda del cuerpo perfecto, dotado de curvas, lo importante es aceptarse como somos, sentirnos realizadas por dentro, además de lo que proyectamos por afuera. Es el poder resignificar la política de nuestros cuerpos”, puntualizó.

SUPERACIÓN, UN MENSAJE DE VIDA

Cony quien siempre tuvo el beneficio de ser apoyada por su familia y comunidad, decidió estudiar para Enfermera Instrumentista, profesión que la llevaría a residir en San Luis Potosí, después de haber estado largos años en la Ciudad de México, asistiendo y cuidando a personas de la tercera edad. A su llegada a la capital potosina, continuaría su camino para ayudar al más desvalido, y es cuando conoce el Asilo San Judas Tadeo donde laboró por un tiempo, y que sería el parteaguas para tomar la decisión de formar su propia A.C., para ayudar a las personas de la tercera edad.

“Al ser testigo de tanta indolencia, precariedades y olvido que sufren los ancianos, y que muchos de ellos no cuentan con una entrada económica suficiente que les permita pagar un asilo, decidí crear uno para la gente mayor más necesitada, fue así como nació la “Aldea de los abuelos A.C.”, donde recibimos a adultos mayores en condición de abandono y pobreza extrema”, externó Cony.

Como mujer Trans que tuvo acceso a una educación superior, y a trazarse un camino gracias a su labor, sabe con entera conciencia que esta puede no ser la historia de muchas de sus compañeras que pasan por el mismo proceso, que se han visto obligadas por la necesidad y carencia de oportunidades, en caer en las garras de la prostitución para salir adelante, “Muchas mujeres transgénero, se vuelcan en la falta de ayuda, y es entendible, en un mundo que nos discrimina, a veces pareciera imposible poder lograr otras cosas, yo les diría que no teman, que tal vez eso sí con mucho esfuerzo pueden lograr lo que quieren. No las juzgo porque sólo ellas saben lo que padecen, lo que sufren, lo que callan. Pero que sepan que tal vez hay otras opciones que pueden cambiarles la vida, arriésguense a tocar puertas, ya hay leyes que nos amparan”.

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“La sociedad no debe de olvidar que somos seres humanos, que sentimos. Que no juzguen a la comunidad diversa, aportamos, estudiamos y trabajamos, no somos personas a las cuales ignorar, lo peor que pueden hacer es invisibilizarnos”, finalizó Cony del Carmen con una sabiduría que la distingue.