Desde la entrada del semáforo naranja y, luego, su cambio a verde, bares y cantinas del centro de la ciudad comenzaron a recuperar su clientela y, por ende, sus ventas; sin embargo, la mayoría enfrenta adeudos en pago de renta, renovación de licencias e, inclusive, la suspensión de créditos con distribuidores de insumos.

Otros, no han podido recuperarse o siguen cerrados por clausuras que en su momento aplicaron las autoridades durante el clímax de la pandemia por el Covid-19, el año pasado.

Bares y cantinas del centro de la ciudad, una vez que llegó el semáforo verde, parecen haber retornado a la normalidad; sin embargo, la mayoría mantiene vigentes sus protocolos sanitarios, algunos por exigencia de su clientela.

Y aunque han mejorado sus ventas -que el año pasado se desplomaron por los cierres obligados por no ser establecimientos esenciales-, todavía falta para reponerse totalmente.

De acuerdo con varios encargados de estos negocios, los propietarios de los locales o fincas que ocupan no les perdonaron la renta durante lo fuerte de la pandemia; algunos pudieron mantenerse al corriente, otros se atrasaron en el pago y a la fecha han acumulado varias rentas. La mayoría paga entre los 10 mil y 15 mil pesos –o más- de renta por un espacio en el Centro Histórico, sin contar el pago de luz, agua y otros servicios.

Sin embargo, eso no es todo, a pesar del cierre obligado durante varios meses del año pasado, el Ayuntamiento de la capital no los tomó en cuenta en sus apoyos sociales, ni les perdonó la renovación de su licencia de funcionamiento ni los permisos estatales para la venta de alcohol de alta graduación.

Por si fuera poco, se fueron acumulando los pagos a sus distribuidores de insumos o los créditos con vinaterías o empresas cerveceras que, inclusive, cancelaron el producto fiado. Algunos, deben hasta a sus contadores.

Hay bares y cantinas que sobreviven con la venta de cerveza, porque sus contrabarras no las han podido surtir y apenas cuentan con lo básico: Tequilas, rones, mezcales y brandys de marcas bien conocidas, que ellos llaman “de bateo”.