Sobrevivió a siete accidentes automovilísticos y un asalto a mano armada y asegura: “tengo más pantalones, que falda”… ella es María del Sagrario Silva Ruiz, la única mujer taxista de su organización gremial, que está compuesta por 120 operadores.
A sus 17 años, Sagrario, empezó a trabajar en un puesto de frutas y verduras que se instalaba en los tianguis de la ciudad, empleo que conservó durante más de una década, “15 años para ser exactos”, recuerda.
Pero hace tres años decidió abandonar la labor que venía ejerciendo, para dedicarse a su verdadera pasión, “la manejada”. “Esto es lo mío y lo hago porque me gusta”, remarcó la operadora del automóvil público.
Sagrario tiene 35 años y tres hijos… tras su divorcio se vio en la necesidad de incrementar sus ingresos y decidió tomar un vehículo y “ruletear”. Y aunque la competencia ha hecho más difícil el trayecto, recauda lo que necesita para cubrir sus necesidades y la su familia, relató.
Desenvolverse en un ámbito que fue creado para hombres, no ha sido sencillo, dijo, pero el papel de ser mama, ver a las necesidades de sus hijos, la hizo “sacar fuerza de donde sea”.
Yo lo veo como un trabajo, para mí no se me hace complicado manejar, no tengo miedo, pero sí es difícil porque tienes que lidiar con buenas y malas caras, gente que plática y gente que ni los buenos días te da, pero te acostumbras con el paso de tiempo
Durante este tiempo Sagrario ha sobrevivido a siete accidentes automovilísticos, “afortunadamente ninguna de peligro” y además se enfrentó a un delincuente que abordó su vehículo en la madrugada para asaltarla; estuvo a punto de degollarla.
“Dije es él o soy yo, y cuando sentí la navaja en el cuello si me dio miedo, pero después de que se la quite, saque todo el coraje, casi salió asaltado el asaltador”, recordó el suceso de hace un mes.
María del Sagrario Silva Ruiz, trabaja de 3 de la tarde a 3 de la mañana, y no ha pensado en cambiar de oficio, pues arriba del taxi, tiene el tiempo que necesita para atender a sus hijos, llevarlos a la escuela y acudir si están enfermos; “en una fábrica no me van a dejar salir”.
No me gusta ser taxista… me encanta