“Yo soy maestra y aquí los ando ayudando” dijo la profesora Silvia Rodríguez a las personas de la tercera edad y sus parientes que pacientemente esperan formados para la aplicación de la vacuna contra el Covid-19.
Los intensos rayos del sol provocan que el sudor escurra por el cuerpo, todos tienen, hambre, calor, pero principalmente sed, mismos que también impactan a los decenas de voluntarios que están en los diversos puntos de aplicación de la vacuna para colaborar en la atención de esta emergencia sanitaria.
Como es el caso de esta docente que labora en una institución educativa ubicada al norte de la ciudad, a todos los que esperan su turno les narra lo que tiene que hacer, ahí deben hacer una sola fila y los familiares tienen que permanecer a un costado de la marca amarilla. Les pide proteger su lugar, antes de que alguien más se lo robe y logre meterse a la fila.
También grita a los asistentes que en esta ocasión, sólo se está aplicando la primera dosis de la vacuna contra el Coronavirus, esto en el caso de que haya habido algún despistado.
Ganándose la plática con los asistentes que no pierden un solo instante para poder relajarse y contar sus vidas; esta maestra voluntaria se pone como ejemplo y refiere que es lo correcto cuidar a los viejitos; ya que a ella esta enfermedad le arrebató a su padre y hermano. Es por eso que se dedicó a sumarse a esta estrategia.
En algunos de los puntos establecidos para esta estrategia de vacunación se reportó retraso en la aplicación de la vacuna y mientras la gente se encuentra esperando su acceso, no falta quien desde sus vehículos les griten “se nota que son pecadores, por eso quieren la vacuna”.
Además de dar indicaciones para avanzar más rápido, ésta profesora estaba grabando la dinámica del segundo día de vacunación. Así, con sus platicas, indicaciones y anécdotas acompañó a muchos.