Luis Javier, deportista y ser humano invaluable

Luis Javier Robles Rodríguez de 68 años de edad, nació y vivió en la Ciudad de México, era el mayor de seis hermanos, esposo, y padre de seis hijos. Fue un hombre de su tiempo, inmutable e imponente. Gran deportista boxeador e impetuoso futbolista. Un profesionista destacado y ser humano invaluable.

Luis Javier fue un joven de barrio que sorteó los retos del mundo cambiante del siglo XX y XXI, que lo llevaron a superar las limitaciones de un México que apenas sobrevivía. Su universidad y aulas fueron la colonia Vallejo y La Merced, donde conoció a grandes amistades, que lo llevaron al mundo del ring. Entre golpes y guantes de “oro”, un encuentro con la suerte lo llevaría a decir adiós a este gran deporte, pero eso no lo detuvo.

Ávido de superación, aprendería a sus 25 años los secretos del comercio en la central de abastos, ubicada en el barrio de La Merced, que con el tiempo lo encaminaron a ser coordinador general de más de 100 almacenes del entonces Departamento del Distrito Federal, símil de lo que era la Conasupo.

Como deportista, representó dignamente en aquél entonces al Departamento del Distrito Federal; siendo un extraordinario jugador de fútbol que pudo sin problemas ser un destacado profesional.

Ya entrado en sus 40 años, meditabundo y reflexivo, dio un giro a su manera de relacionarse y, experimentó un vuelco hacia sus más cercanos y procuró, sobre todo, siempre a los suyos.

Y así, con esa aura de benevolencia, lo recuerdan sus hijos Francisco Robles Rodríguez, Héctor Robles Rodríguez y yerno Luis Octavio Sánchez Vargas, “los últimos 30 años la pasó arduamente trabajando, pero a pesar de su compleja dinámica laboral, se daba tiempo para compartir momentos importantes en la vida de sus hijos”.

Para sus familiares, su transitar en este mundo se convirtió en una enseñanza de amor, repleta de consejos reflexivos, que recuerdan con cariño y gran valía. Sus palabras estaban cargadas de sabiduría, insisten, “nos enseñó a no perder el tiempo en situaciones que no valían la pena, nos orientó para hacer frente a toda mala circunstancia”.

Héctor, Francisco y Octavio se apegan a la entereza que les profesó Don Luis y abrieron un espacio para compartir el proceso de batalla de este gran hombre, “El estrés de su trabajo lo maltrató bastante y, aunque era fuerte física y emocionalmente, de un año atrás empezó a tener enfermedades respiratorias crónicas. Es curioso, él desconfiaba de la existencia de ese virus al entrar la cuarentena, días después caería abatido por ese enemigo invisible, traicionero y letal”.

“Bastaron 30 días para que partiera, empezó con una tos y, entre su fortaleza y algunas consultas médicas, a nuestro Javier lo alcanzó una nube de confusión generalizada, este año confrontó su tiempo, él se ha ido junto con miles de fallecidos.

¿Qué sucedió en esos días de enfermedad? Luis Javier se apagó lentamente y aunque no nos pudo hablar, nos dejó grandes lecciones.

Así que allá donde se encuentre nuestro querido Luis Javier, queremos que recuerde que dejó huella en este mundo, que lo extrañamos y que todos los que formamos parte de su vida lo llevaremos en el corazón por siempre”.