Esperanza en la mirada, era lo que irradiaban por encima del cubrebocas los adultos mayores que este domingo 28 de marzo a primera hora acudieron al Auditorio Municipal del Ahualulco, San Luis Potosí a vacunarse contra el Covid-19.
Dionisia Torres Mata de 65 años de edad, llegó en punto de las cuatro de la mañana, ansiosa de poder obtener una dosis que le otorgara un poco de tranquilidad en medio de tan caótica pandemia. Madre de cuatro hijos, viuda y por muchos años trabajadora de limpieza del hogar, dijo sentirse aliviada de poderse aplicar una vacuna que esperó desde el comienzo de la epidemia.
Así fue como un médico del Sistema de Salud Pública en compañía de una enfermera se acercaron a las afueras del auditorio, una hielera era resguardada por un elemento militar, adentro de ella su vacuna; así prepararon la primera dosis que sería destinada para Dionisia, quien paciente al cuidado de su hija, recibiría la vacuna en plena vía pública, pues una caída había ya deteriorado su andar, obligando a los brigadistas ha atenderla en la banqueta.
Sus ojos vidriosos y con los pliegues que deja la experiencia y el tiempo se humedecieron, estaba conmovida de haber sido vacunada. “Es una oportunidad más para vivir, esperamos mucho este momento. Estoy contenta y ya más tranquila. No me dolió, ni tuve miedo, se que para mis hijos esto será un motivante ya estoy protegida hasta que me toque la segunda dosis”, refirió.
Por otro lado a las nueve de la mañana, la fila de vacunación comenzó a extenderse, dentro de ella se encontraba Eusebia Rivera –de 81 años de edad–, con su típico rebozo cubriendo su rostro, pues los rayos del sol jugaban con su delicada piel. Tomada del brazo de su hija (María de la Luz) llegaron apresuradas desde comunidad “La Tinaja”, querían alcanzar la vacuna. “Estamos agradecidas con Dios por esta oportunidad. Ojalá que nos sirva la vacuna, no me quiero enfermar. Confío mucho, espero no me de reacción tenemos mucha fe en el medicamento. Estamos a unos metros de que me la apliquen, venimos muy felices”, refirió Eusebia con una sonrisa en su mirada.
Y a lo largo, en medio de la calle que daba hacia a la Plaza Principal Julián Carrillo, se veía llegar a la la señora Vicenta Rojas de 72 años de edad, a la velocidad que sus pequeños pasos le permitían, quería llegar a la fila para aplicarse la vacuna, “He traído todos mis papeles, vine porque se escuchó a la gente decir que ya estaban vacunando. Soy de “San Antonio” una comunidad cercana de Ahualulco y desde allá me vine. No me quiero enfermar, no quiero que me dé Coronavirus, quiero protegerme y que mis nueve hijos estén tranquilos de que su mamá ya se vacunó”.
En punto de las 11 de día, salió del auditorio el señor Camilo Briones Morales –de 81 años de edad–, entusiasmado gritó al ritmo de la corriente del viento que ya lo habían vacunado, “¡Para que no digan que no es verdad, ya me vacunaron! No me dolió nadita, aquí está mi recibo de la aplicación de la vacuna. Yo soy y seré uno de tantos que hoy se verán beneficiados, ya queríamos que esto nos pasara. Trabajé toda mi vida en el campo, de sol a sol, ser adulto mayor y ser considerado en la primera etapa de vacunación es algo que nos merecemos, que nos cuiden a los viejitos y bien”.
Más tarde con toda la fuerza que poseían en sus brazos, J. José Cárdenas Ramírez de 71 años de edad, salió del auditorio arrastrando su andadera, un soporte que le permite continuar de pie y marcar paso firme a pesar de su longeva edad. Fue uno de los últimos adultos mayores pertenecientes al municipio de Ahualulco que vacunaron. El calor intenso y el cansancio no fueron impedimento alguno para exponer lo agradecido que se sentía. “Siento que he hecho lo correcto, que es cuidarme. Ya tenía mucho tiempo pensando en este momento, abajo del paliacate que cubre mi rostro llevo una sonrisa muy larga. Estoy tranquilo”, expresó.
Se cree que fueron un total de más de 400 dosis aplicadas este domingo en el municipio de Ahualulco. Cientos de familias llevaron del brazo con orgullo a los pilares de su hogar, muchos de ellos solos y con un esfuerzo inmenso caminarían de retorno largas distancias para regresar a casa, con la satisfacción de saberse protegidos. Estos adultos mayores fueron inyectados con el brío de que un mundo puede ser mejor a pesar de la pandemia.
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